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Agapito Maestre

Montilla de Tinell

Muy nervioso tiene que estar usted, cuando nos amenaza a los madrileños con la porra del Estado por un simple canal de televisión.

A Montilla, el ministro del tripartito en Madrid, que nunca será alcalde de Barcelona y menos candidato a la Generalidad de Cataluña, habrá que pedirle un poco de tranquilidad. Ya tiene asignado su papel en la función que está representándose con Zapatero de maestro de ceremonia: “Final de España”. Hace tiempo que nadie le disputa el protagonismo. Montilla representa la gran traición a su origen social, incluso a la idea de igualdad que alguna vez defendió su partido. Es el ejecutor de los planes de la peor burguesía catalana contra la igualdad de los españoles. Por eso, sería conveniente que el señor Montilla no corriese tanto y dejase de hacer declaraciones intempestivas. Tranquilícese, señor Montilla, y, por supuesto, no diga imbecilidades sobre el Estado de Derecho, porque puede despertar, antes de lo debido, el león dormido de España. ¡Qué despertará!
 
Montilla ha amenazado a los madrileños con la porra del Estado porque queremos tener otro canal de televisión. No, Montilla, eso no está bien. Cuide las formas. Mantenga la apariencia de buen padre de familia. Retrase un poco más su capacidad represora. Dilate el placer, hombre, para que sepa lo que es vivir. Dice usted que actuará con toda la contundencia del Estado de Derecho contra Telemadrid. No me cabe la menor duda, viendo su expresión y conociendo sus antecedentes, que lo hará. Seguro. No le temblará el pulso. Pero siempre será al precio de asaltar el Estado, pues que usted, aunque sea ministro, no es el Estado de Derecho. Ni siquiera es Estado, sino un pequeño representante, cada vez más pequeño, del Estado en el Gobierno. O sea, quien tiene que hablar sobre la legalidad o ilegalidad de la emisión en analógico del segundo canal de Telemadrid no es, precisamente, usted, sino los tribunales. Por lo tanto, tranquilo, señor Montilla, no corra tanto.
 
Ya sé que los de Tinell no le dejan vivir. Tampoco sus amigos, los del canal Cuatro, dejarán de gritarle: no permitas que nadie compita con nosotros. Le presionan para que castigue a quienes consideramos que usted y los de su ralea son, primero, unos paletos políticos y, después, unos insolidarios. Es comprensible que usted esté nervioso. Tiene que actuar con rapidez para dejar bien atado lo de las comunicaciones no sea que haya elecciones anticipadas. Lo más grave es que estoy convencido de usted actuará sin piedad. Es usted un tipo duro. De esos que no perdonan nada. De esos que te conducen al matadero en nombre del partido, pero te dan un pitillo y te declaran su amor en privado. Desde que me enteré que usted fue uno de los que se cargó a quien hubiera sido un magnífico dirigente socialista, cada vez que lo veo, no lo puedo remediar, siento miedo de sus suaves maneras, que ahora está usted a punto de perder por el segundo canal de Telemadrid. Muy nervioso tiene que estar usted, cuando nos amenaza a los madrileños con la porra del Estado por un simple canal de televisión.
 
Bien mirada la cosa, que usted haya perdido las formas quizá sea un síntoma de su debilidad. Acaso me engañe, pero tengo la sensación de que el charnego, que mató políticamente hablando a un hombre serio, civilizado e inteligente del socialismo español sin pestañear, siente miedo y nos amenaza. Usted, dicen las malas lenguas, liquidó a Nicolás Redondo Terreros del País Vasco y fue a celebrarlo con sus camaradas en una discoteca. Entre trago y trago de güisqui seseaba como un cordobés trasplantado a Barcelona. Era la manera que tenía de ocultar el daño que le producía no tener señas de identidad políticas al margen del poder por el poder. Ahora, cuando está colocado en Madrid por los del pacto de Tinell, quiere ocultar su falta de identidad con el palo represivo del Estado. ¡Va usted de mal en peor!

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