Manuel Rivas sostuvo que no es cierto que los intelectuales sean de izquierdas, lo que probablemente quiera decir que ya no son todos de izquierdas, algo que sólo cabría lamentar desde la enemistad más cainita y sectaria contra el pluralismo y la tolerancia. A continuación, definió la izquierda como la que propugna “políticas solidarias para las crisis sociales, medioambientales y de seguridad internacional”. O sea, la nada.
Más concreto estuvo a la hora de identificar a los enemigos del progreso cuando censuró un titular del Economist: “Benditos aquellos que ganan dinero”. Esto le pareció una muestra de “liberalismo del Absurdo”. En realidad, nada tiene de malo enriquecerse, salvo que uno crea que enriquecerse equivale siempre a robar. Y eso sí que es absurdo.