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Juan Carlos Girauta

Bondades del consumo

Consumamos sin sentimientos de culpa porque estamos moviendo la rueda del bienestar. Y el que no quiera consumir, allá él, pero que no dé la lata.

Infinidad de empresas tienen sus picos de ventas en Navidad. Al alcanzar sus previsiones garantizan el mantenimiento de sus puestos de trabajo y la continuidad de las relaciones con sus proveedores, que dependen de ellos para subsistir. Y así sucesivamente. La economía es una red enormemente compleja basada en la confianza y en las expectativas. Gracias al consumo, a la diversificación de productos, a la creciente capacidad de las empresas para satisfacer mejor las diferentes necesidades y deseos humanos, gira la rueda de la producción y de los servicios, se crea riqueza, aumenta la calidad de vida y se reduce paulatinamente la miseria en el mundo, diga lo que diga la ONU.

La pobreza se acumula en los países que, por las razones que sea, no entran en el circuito del comercio internacional, de lo cual son culpables, en primer lugar, sus gobiernos. Creen en la planificación y en la ingeniería social y suelen robar a mansalva las ayudas que reciben mientras tienen a sus pueblos en la opresión. Las ayudas no pueden iniciar ningún círculo virtuoso mientras no se cumplan ciertas condiciones: el respeto a la propiedad privada y a los contratos, un sistema judicial independiente, un sistema registral digno de confianza, etc.

También son responsables de la pobreza en el mundo las autoridades europeas y estadounidenses que retrasan y retrasan la necesaria eliminación de los subsidios agrícolas y de los aranceles. Entrar en el circuito del comercio global una vez se consigue un entramado institucional favorable al cumplimiento de las obligaciones es la única salida para los países pobres. La remisión de la miseria y de la mortalidad infantil en los estados que han seguido esa vía es un hecho innegable. Exijamos a la Unión Europea y a EEUU que cumplan con su obligación moral. Y mientras tanto consumamos. Consumamos sin sentimientos de culpa porque estamos moviendo la rueda del bienestar. Y el que no quiera consumir, allá él, pero que no dé la lata.

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