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Ana Mato

El Primero de Mayo visto desde Europa

Los veinticinco estados miembros, con culturas y situaciones socioeconómicas diferentes, deberían realizar un importante esfuerzo de cohesión y de convergencia. Ello inevitablemente conllevará no pocas reformas.

Mejorar la calidad del empleo y fortalecer la cohesión social son objetivos que los sindicatos en España y en el conjunto de la Unión Europea reivindican con frecuencia con ocasión del Primero de Mayo. Más empleo y de mejor calidad y una sólida protección social son metas de los trabajadores europeos. Son metas que, por cierto, coinciden con los desafíos que la Unión Europea tiene ante sí tras la Cumbre de Lisboa del año 2000.

En el Consejo Europeo de Lisboa los líderes políticos comunitarios acordaron adoptar cuantas medidas fueran precisas para hacer de Europa la región más competitiva y de mayor bienestar social en el mundo. Aquel acuerdo de los jefes de Estado y de Gobierno fue fruto de una iniciativa con raíces españolas. En efecto, fue una iniciativa conjunta de Aznar y de Blair la que planteaba toda una serie de orientaciones y de medidas a recorrer a lo largo de diez años, de modo que en este periodo de tiempo las reformas económicas y sociales pudieran cambiar a mejor, el rostro de Europa.

Han transcurrido cinco años y existe general coincidencia en cuanto a que los avances que se han producido son más bien modestos y que, por tanto, la Agenda Social tiene importantes asignaturas pendientes de aprobar.

La participación de las mujeres en el mercado de trabajo debe incrementarse. El alto desempleo juvenil debe corregirse. La estabilidad en el empleo y la conciliación de la vida familiar, laboral y personal son también cuestiones prioritarias que necesitan más arrojo y más dedicación por parte de todos. Otro tanto cabría decir de los problemas demográficos, en particular el envejecimiento de la población, la baja tasa de natalidad o el fenómeno de la inmigración, sin olvidar la sostenibilidad de los modelos de protección social, los millones de horas perdidas por siniestralidad laboral o las 300.000 personas que sufren discapacidad como consecuencia de accidentes de trabajo.

Desde el Parlamento Europeo, el Grupo del Partido Popular apuesta decididamente por políticas que corrijan estos serios problemas, que no deberían verse agravados por la aparición de nuevas situaciones derivadas de la ampliación de la Unión Europea. Los veinticinco estados miembros, con culturas y situaciones socioeconómicas diferentes, deberían realizar un importante esfuerzo de cohesión y de convergencia. Ello inevitablemente conllevará no pocas reformas.

Desde el Grupo Parlamentario Popular Europeo proponemos para ello actuaciones muy concretas. Ponerlas en marcha es responsabilidad de todos. Me refiero a temas tan concretos como:

  • La posibilidad de una combinación adecuada de flexibilidad y seguridad en el empleo (la "flexi-seguridad").
  • Un acuerdo europeo sobre seguridad y salud en el trabajo.
  • Una organización del tiempo del trabajo según criterios de eficiencia, productividad y de sensibilidad a las necesidades personales y familiares de los trabajadores.
  • El intercambio de experiencias que favorezcan las buenas prácticas en lo que se refiere a la prolongación de la vida activa.

Hay trabajo por hacer y el Primero de Mayo es una buena oportunidad para recordarlo. El diálogo social y los compromisos a nivel político deberían conducirnos a alcanzar estas y otras metas similares. Si así lo hacemos, entre todos, el resultado será lograr mayor bienestar social para los ciudadanos europeos.

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