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Laurence A. Elder

El periodismo económico está peor que la economía

Las noticias económicas bajo gobiernos republicanos son difundidas de una manera muy distinta a cuando cuando es un demócrata quien se sienta en la Casa Blanca.

El 47% de los norteamericanos, según una encuesta reciente, cree que la economía está yendo mal. O, en palabras de una mujer con la que me encontré recientemente en una fiesta, "Bush ha echado la economía por el retrete". ¿De verdad?

Los federales acaban de revisar al alza –otra vez– el dato de crecimiento económico del último trimestre. Desde enero hasta marzo del 2006 la economía creció a un ritmo del 5,6%, el mejor dato de los últimos dos años y medio. A pesar de los recientes temores de aumento de la inflación, ésta permanece baja, al 2,1%. El paro, en el 4,6%, representa una tasa inferior a la media de los años 60, 70, 80 y 90. Desde agosto del 2003, la economía ha creado más de 5,3 millones de puestos de trabajo.

Los estados presentan récord de recaudación fiscal. 16 estados presentan un crecimiento en la recaudación de más del 10%, siendo el mayor aumento el de Georgia, con un incremento del 20,5%. Los aumentos en la recaudación fiscal tienen lugar durante períodos de prosperidad económica, con ingresos crecientes y, por tanto, mayores pagos fiscales personales y empresariales, así como mayores ingresos por los impuestos a las ventas.

La impopular guerra de Irak explica parte de este pesimismo económico. Pero muchos atribuyen esa visión negativa a los elevados precios de la gasolina. Y, según una encuesta reciente, el 82% de los demócratas creen que el presidente George Bush es responsable totalmente o en parte del elevado precio de la gasolina. Entre los republicanos, "solamente" el 29% lo cree.

¿Hasta qué punto es responsable Bush de los precios de la gasolina?

Hace tres meses, USA Today redactaba una introducción a las causas de los precios de la gasolina. Entre los factores que provocan el aumento en los precios citó la reformulación y el añadido de productos químicos adicionales necesarios para cumplir la regulaciones veraniegas de aire limpio; temores de producción con el etanol (un sustituto del aditivo MTBE, vinculado hoy a problemas de salud y prohibido en muchos estados); inferior capacidad refinera más de medio año después de que los huracanes Katrina y Rita dañasen plataformas petroleras y refinerías importantes; temores a que futuros huracanes perjudiquen de nuevo la capacidad refinera; e impuestos locales, federales y estatales.

Añada a eso los crecientes precios del crudo –que suponen el 29% del precio en el surtidor, frente al 47% en 2004– debido a la creciente demanda mundial especialmente de China y América; un suministro de crudo ajustado escrupulosamente a la demanda; y miedo a que el riesgo geopolítico –particularmente con los grandes productores Irán, Nigeria y Venezuela– pueda reducir el suministro y disparar los precios (los temores a una carencia de suministro añaden cerca de 20 dólares al precio del barril).

Y el Congreso ordenaba recientemente a la Comisión Federal de Comercio que examinase una vez más las alegaciones de especulación. La comisión no encontró pruebas de manipulación de los precios o concierto entre "las petroleras".

La misma gente que culpa a Bush de los elevados precios de la gasolina se resiste a permitir al presidente que haga las cosas que sí puede hacer para reducirlos. Esto incluye la suspensión o la reducción de los impuestos, el permiso para extraer petróleo en el Arctic National Wildlife Refuge y en la plataforma continental exterior y la autorización para la construcción de plantas nucleares; plantas que suponen, por ejemplo, la fuente del 75% de las necesidades energéticas de Francia.

Asimismo, los medios anti-Bush ciertamente ayudan a agitar el pesimismo económico. Las noticias económicas bajo gobiernos republicanos son difundidas de una manera muy distinta a cuando cuando es un demócrata quien se sienta en la Casa Blanca. El Media Research Center, un organismo de supervisión mediática conservador, escribe que "durante los años Clinton, los periodistas de las principales cadenas televisivas argumentaron, correctamente, que un fuerte crecimiento económico, una bolsa en ascenso, un paro bajo y una baja inflación eran los indicadores clave de una buena economía. Hoy, el crecimiento económico se encuentra en un fenomenal 4,8%, el mercado de acciones lleva creciendo durante tres años seguidos y tanto la inflación como el desempleo se encuentran bajos."

"Pero en lugar de anunciar el extraordinario comportamiento de la  'economía Bush', los informativos de televisión han rebajado la importancia de estas buenas noticias, al tiempo que dan todo el bombo posible a las malas noticias relacionados con el crecimiento de los precios de los combustibles. En la práctica, un nuevo estudio del Media Research Center sugiere que las cadenas de información no sólo dan cuenta del descontento por los precios, sino que activamente impulsan la furia del público."

Los titulares de prensa ayudan a definir y dar forma a las opiniones sobre nuestra economía. Dos profesores, John Lott, economista y académico residente del American Enterprise Institute, y Kevin A. Hassett, director de estudios de política económica y del instituto, examinaron artículos de prensa acerca de la economía. Y escribieron esto al respecto: "Descubrimos que los titulares de prensa que informaban de noticias económicas acerca del paro, el producto interior bruto (PIB), las ventas al por mayor y los bienes no perecederos tendían a ser negativas con mucha mayor frecuencia cuando un republicano se encontraba en la Casa Blanca. Y esto se cumplía incluso después de tener en cuenta en el análisis las cifras económicas en las que se basaban las noticias y cómo variaban a lo largo del tiempo esas cifras".

De modo que las malas noticias económicas son menos malas cuando el presidente es demócrata. Cuando hay un republicano en la Casa Blanca, sin embargo, las buenas noticias económicas son menos buenas, y las malas son incluso peores. Lynne Cheney, la esposa del vicepresidente, lo expresaba mejor que nadie al decir que, para la izquierda, "el presidente no puede hacer nada a derechas".

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