Quienes más dividen están todo el rato hablando de unirse. Los políticos, claro. Esta semana, y con un país que se resquebraja por su culpa, Evo Morales declaró en la cumbre iberoamericana de Cochabamba que sentía "una envidia sana de la Unión Europea", y añadió: "Sudamérica unida llegaría muy lejos, porque tiene muchos más recursos naturales que Europa".
Una antigua ficción insiste en atribuir a la desunión los males de América Latina, que habría quedado así a merced de los poderosos "unidos" del Norte. Como muchos otros argumentos demagógicos y victimistas, tiene cierta eficacia, porque oculta la responsabilidad fundamental de las políticas antiliberales de sus propios mandatarios. En realidad, podría pensarse que fue conveniente la desunión, y tener una veintena de presidentes en vez de uno solo. Es evidente que no habría sido mejor la suerte de los latinoamericanos si todos hubiesen tenido un mismo gobierno, digamos, como el de Perón o Castro o algún otro de los supuestos salvadores populares.
La misma confusión nubla la mente totalitaria de Morales al creer que Europa prosperó por estar políticamente unida, y no por dejar de matarse por culpa de sus gobernantes, que es algo bien distinto. Pero a los políticos les obsesiona la política: Morales ve a un continente rico y cree que sólo los políticos atesoran el mérito de haberlo logrado, mediante la "unidad". Si a él le preocupara de verdad el pueblo, habría observado que la unidad política europea es algo que no respaldan los propios pueblos de Europa.
Y el disparate más entrañable es creer que los recursos naturales son la clave de la prosperidad. Y lo dice un señor de un país paupérrimo repleto de petróleo y gas. También Venezuela nada en petróleo y es pobre. Y África rebosa de recursos naturales y es el continente de la miseria. La clave no son los recursos sino la paz, la justicia, y la libertad. Con ellas, ninguna falta de recursos impedirá el progreso. Sin ellas, ninguna abundancia de recursos impedirá el atraso.
