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Carlos Rodríguez Braun

Inflación bolivariana

Pero si es un disparate asignar a extranjeros la culpa de la inflación, lo que ya es una locura es pretender contenerla ¡quitándole ceros a los billetes!

En varios periódicos hubo titulares surrealistas de este tipo: "Chávez quitará tres ceros al bolívar para intentar frenar la inflación en Venezuela".

La inflación es un fenómeno monetario, y la moneda depende de las autoridades en todo el mundo, y aún más en la tiranía democrática venezolana. Difícilmente podrá frenar la inflación quien no admite responsabilidad alguna en su creación. Es el caso de Hugo Chávez; dice que está "un poco" preocupado por la inflación, pero inmediatamente aclara que el vil responsable de todo es, por supuesto, Estados Unidos, decidido a acabar con ese paraíso socialista latinoamericano. "Por el lado económico viene el ataque", advirtió el déspota, recurriendo una vez más al viejo truco del enemigo exterior, tan explotado siempre por los totalitarios.

Pero si es un disparate asignar a extranjeros la culpa de la inflación, lo que ya es una locura es pretender contenerla ¡quitándole ceros a los billetes!

La iniciativa cuenta con antecedentes en países de elevada inflación, como la Argentina, pero no tiene de por sí ningún impacto en los precios: facilita las cuentas y da la impresión de limitar la inflación, pero ésta no se contendrá si la oferta monetaria crece más que la demanda, independientemente de los ceros que tenga el bolívar.

A golpe de decreto y amenaza gobierna el autócrata. Pero la inflación es suya, y todo poder se detiene ante alguna frontera de la realidad; por ejemplo, difícilmente se resolverá el desabastecimiento de carne enviando a las Fuerzas Armadas a ocupar los mataderos, como anunció el progresista don Hugo. Si lo hace, comprobará que con la carne, igual que con la inflación, vale la vieja sentencia de Tayllerand a Napoleón: las bayonetas sirven para muchas cosas, pero no para sentarse encima de ellas.

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