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Juan Carlos Girauta

Realismo sucio

La mueca de dolor de Conthe es la de quien se resiente de arenillas en el riñón. Ha querido salvaguardar su dignidad personal, la de su cargo, la del supervisor y la de la imagen de España, lo que es de agradecer.

Se equivocará el observador que cuente en papel salmón la peripecia de las opas sobre Endesa como una historia empresarial. No creo que haya escuela de negocios que osara presentar lo sucedido entre los Pactos del Tinell y la dimisión de Conthe como un aséptico caso práctico de adquisición de empresas energéticas. Salvo que buscara malear irremediablemente a sus alumnos, destinados a partir de revelaciones tan poco edificantes a descreer de leyes y reglamentos, a buscar el oscuro amparo de políticos, a huir de la luz del mercado y a refugiarse en las sombras.

La tortuosa trama de esta obra coral, ya de imposible final feliz, empezó en alturas distintas de la industria y acabará en los tribunales, si aún queda por aquí algo de transparencia y de cordura. Decencia no hay que esperar. Por eso escribo cordura, mínima sensatez para no aparecer como apestados en la prensa económica mundial y en los foros donde se conjugan los grandes intereses.

En tanto llega el último capítulo, que tardará, el argumento conocido exhibe más que irregularidades: exhibe el apetito obsceno de amigos de lo ajeno, exhibe cacicadas y acuerdos colusorios, defenestraciones y opacidades mil, incompatible todo con las reglas de juego de un Estado de Derecho, de un mercado transparente y de una sociedad abierta.

Repárese en las incongruencias de los protagonistas máximos: de un Montilla ministro de Industria cuyo libro blanco llamaba a evitar las concentraciones de empresas en el sector, a un Sebastián entre altivo y lúdico: "quien opa el último, opa mejor". Del extemporáneo patriotismo industrial de Rodríguez cantando a los "campeones nacionales", a la caída de la privatizada joya de la corona en manos del sector público italiano. ¡Y qué manos, y qué italianos! Los peores gestores de Italia, que ya es decir.

La mueca de dolor de Conthe es la de quien se resiente de arenillas en el riñón. Ha querido salvaguardar su dignidad personal, la de su cargo, la del supervisor y la de la imagen de España, lo que es de agradecer. Y se ha marchado como deseaba, tras contarle al legislativo, con luz y taquígrafos: cómo el Consejo de la CNMV rechazó su propuesta de abrir expediente sancionador contra Enel y Acciona; cómo ha sido sometido a fuertes presiones de la Oficina Económica del Gobierno; cómo el Ejecutivo español se apartó de la exigible imparcialidad (¿pero fue imparcial alguna vez?), y cómo su segundo no merece sucederle. De Arenillas, el ministro consorte de las cenas pantagruélicas, hemos sabido que compaginó su condición de administrador de la gestora de valores Tagomago con la vicepresidencia de la CNMV.

Recordatorio "Conthe" para periodistas económicos: Enel y Acciona no dijeron la verdad cuando negaron pretender una OPA sobre Endesa. Enel y Acciona incurrieron en concertación previa. Enel y Acciona "actuaron con ventaja sobre el único ofertante autorizado". Menudo baño de realismo. Sucio.

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