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Carlos Rodríguez Braun

La progresía contra la familia y la ciudad

El hostigamiento a la familia queda aún más claro en la llamada Ley de Dependencia. En primer lugar porque se les escapó el nombre: la idea es precisamente ésa, convertir a los españoles en personas aún más dependientes del poder político.

La familia y la ciudad son símbolos de la potencia de las personas libres, capaces de organizarse en colectividades perdurables y prósperas. No es casual que ambas sean objeto de la aversión sistemática de los progresistas.

El ministro Jesús Caldera, paradigma de la demagogia antiliberal, confesó el objetivo socialista. En los últimos tiempos el Gobierno de Rodríguez Zapatero se afana en presentarse como abnegado protector de la familia. Un caso son los 2.500 euros por niño, que en realidad significan un equivalente incremento de impuestos. El hostigamiento a la familia queda aún más claro en la llamada Ley de Dependencia. En primer lugar porque se les escapó el nombre: la idea es precisamente ésa, convertir a los españoles en personas aún más dependientes del poder político. Y en segundo lugar porque esa ley apunta a quebrar los lazos de responsabilidad familiar. Dijo el ministro Caldera: "El cuidado de los dependientes ha sido un compromiso tradicionalmente privativo de las familias y ahora pasa a ser un derecho de prestación por parte del Estado". No se puede expresar de modo más diáfano el objetivo totalitario de reemplazar a la familia libre por la coacción pública.

Tituló dramáticamente El País: "La inevitable urbanización de la pobreza". Y se veían muchos pobres en Nueva Delhi. Sólo leyendo el texto aparecía pequeñita una información relevante: la urbanización no representa la miseria. La paupérrima emigrante Lakshmi, en cuanto le ponen un micrófono delante, va y dice la verdad: ella no ha emigrado del campo a la ciudad para empobrecerse sino porque allí "hay más oportunidades".

Lakshmi gana un poco más de un euro al día. ¿Miseria capitalista? ¿Escándalo de la globalización? ¿Urbanización de la pobreza? Nada de eso. Esta señora india explica algo que la prensa progresista no juzgó adecuado destacar: en la horrible e inhumana ciudad ella gana "el doble que en el campo y con la mitad del esfuerzo".

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