Rebecca Hagelin
Si hay algo que el experimento americano prueba, es el poder de la libertad para transformar vidas. Si se permite que las personas controlen su propio destino, no hay límite a lo que puedan alcanzar. Pero al ponerles la camisa de fuerza de la planificación central, se sofoca su creatividad con un exceso de regulación, se les cerca con altos aranceles y se les quita el dinero que han ganado tan duramente mediante altos impuestos, matando sus sueños al tiempo que se arruina la economía.
Ésa es la lección central del "Índice de Libertad Económica 2008" publicado recientemente por la Fundación Heritage y el Wall Street Journal; un estudio país por país que informa cuán libre es la gente en el mundo entero para dirigir su propio destino económico; el índice demuestra repetidamente el vínculo vital entre libertad y prosperidad. Para decirlo de forma sencilla: cuanto más libre es la gente, más crece la economía y más se benefician todos.
Tome algo tan básico como los ingresos. En las economías más restringidas del mundo, clasificadas por los editores del Índice como "reprimidas" y "principalmente controladas", los ingresos medios rondan los 4.000 dólares anuales. Pero en una economía "moderadamente libre", la cifra se triplica a 12.830 dólares. Si se pertenece a una economía "principalmente libre", uno puede ver cómo se dobla la cantidad anterior, 26.630 dólares anuales. Y en una economía "libre" la suma es de 33.579 dólares: más de 8 veces la cantidad de dinero que se ganaría en una economía controlada. Resulta que sí que se puede poner precio a la libertad económica.
Entonces, ¿qué país tiene la economía más libre? Puede que le sorprenda saber que no es Estados Unidos. En realidad, Estados Unidos ni siquiera está entre los 3 primeros. Está en el quinto puesto que quizá resulte un poco decepcionante, pero que no está tan mal cuando se tiene en cuenta que los editores del Índice evaluaron más de 150 países. Hong Kong consiguió el primer puesto por decimocuarto año consecutivo, seguido por Singapur, Irlanda y Australia. Nueva Zelanda (6º) y Canadá (7º) son los otros países clasificados como "libres", lo que significa que ellos tienen una media de al menos el 80% en la escala del Índice, que va de 0 a 100.
Ahora, ¿qué queremos decir exactamente cuando hablamos de que una economía es "libre"? Cada país es diferente, por supuesto, con diversos puntos fuertes y débiles, pero generalmente significa varias cosas. Significa que los impuestos y la inflación son bajos. Significa que el Gobierno no gasta demasiado ni controla los bancos. Significa que los derechos de propiedad están protegidos, que es fácil abrir un negocio y que el sistema judicial –que está en buena parte libre de corrupción– hace que se cumplan los contratos. Significa que los aranceles son bajos, que se da la bienvenida la inversión extranjera y que la regulación se mantiene a niveles mínimos.
Los editores del Índice estudian cuidadosamente los datos de cada una de estas áreas para asignar una valoración a cada país. No es de extrañar que sólo 7 países hayan pasado el corte como "libres". La mayoría de las economías del mundo entran en las categorías de "moderadamente libres" (51) o "principalmente controladas" (52). El resto se divide de forma bastante uniforme entre "principalmente libres" (23) y "reprimidas" (24). Lo que significa que la mayor parte de la población mundial no es muy libre que digamos en términos económicos.
Pero no desespere. Entre otras cosas, aunque el nivel de libertad económica en general se mantuvo moderadamente constante el año pasado, la tendencia generalizada ha sido ascendente desde que la primera edición del Índice vio la luz en 1995. Además –y aquí está la parte más esperanzadora de toda la iniciativa– los países pueden mejorar y muchos lo han hecho. La historia del Índice está llena de historias de éxito. Irlanda es un ejemplo típico, al igual que Chile. Ambas naciones han realizado cambios bien definidos durante los años, cambios que han dado a su gente mayor libertad económica y por tanto han ayudado a que sus economías crezcan.
Esta conexión entre libertad y riqueza no es en absoluto nueva. De hecho, el Índice puede verse como una nueva herramienta que permite demostrar una antigua verdad. Como los editores apuntan en el preámbulo del Índice de 2008: "La teoría económica, ya desde la publicación de La riqueza de las Naciones de Adam Smith en 1776, pone el énfasis en que las instituciones básicas que protegen la libertad de las personas para que busquen sus propios intereses económicos producen una mayor prosperidad para la sociedad en general."
Pero la libertad económica es mucho más que sus resultados prácticos. Cuando se otorga a la gente la libertad que anhela, se hace algo más que impulsar una economía: se le da la posibilidad a hombres y mujeres de que mejoren sus vidas. Como dice la Declaración de Independencia de Estados Unidos, la gente es libre de dedicarse a la "búsqueda de la felicidad". Y tal como el Índice demuestra, es un ciclo virtuoso que deja a todos mucho mejor de lo que estaban antes.
©2008 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg
Rebecca Hagelin es vicepresidenta de Comunicaciones y Marketing de la Fundación Heritage.