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Juan Carlos Girauta

Confianza y voto

Si el español se tienta el bolsillo antes de votar, el PP puede dar por segura su próxima victoria.

Si el español se tienta el bolsillo antes de votar, el PP puede dar por segura su próxima victoria. Tenemos el mayor índice de desempleo de la UE después de Eslovaquia; cuando un candidato promete el pleno empleo como acaba de hacer Rajoy, lo normal es sonreír con escepticismo. Salvo que se trate del candidato del partido que creó cinco millones de puestos de trabajo y acabó con el mito del paro estructural español.

El desempleo alcanza hoy a casi dos millones de personas y lleva un semestre creciendo. Estamos dejando un ciclo de espectacular crecimiento global para entrar en un escenario mundial bautizado como "la tormenta perfecta". La economía española, con una fuerte dependencia del crudo, está supeditada a los avatares alcistas del precio del petróleo, a una inflación para la que carece de herramientas monetarias, a la falta de liquidez y a la contracción del crédito. Estos factores escapan a la acción gubernamental, con la excepción acaso de la dependencia energética, cuya atenuación requiere un giro radical hacia la energía nuclear y exige más tiempo que una legislatura (y quizá más que dos) para empezar a notarse.

Pero algunos asuntos cruciales sí dependen, a un plazo más corto, del color del próximo Gobierno. Destaca la política fiscal. Frente a la indeterminación de Solbes, el PP plantea una drástica reducción de impuestos, acompañada de la simplificación del IRPF, que quedaría en tres tramos y descargaría de papeleo al contribuyente. El descenso del Impuesto de Sociedades sería asimismo notable. De nuevo, en este capítulo el PP tiene la credibilidad de haber acometido tres reformas fiscales. Dejó más dinero en manos de la gente y, a la vez, aumentó la recaudación (curva de Laffer).

Rodríguez se jacta de sus dos puntos de superávit, pero no quiere hablar de los dos puntos de aumento de la presión fiscal. Pronostica una corrección de la inflación a partir de marzo (qué curioso), pero es el único, y Davos ha sido un funeral (y una insólita reivindicación del déficit por parte del FMI). La recuperación española requiere, junto con la reforma fiscal, estrategias para mejorar una productividad sobre cuya insuficiencia han puesto la lupa crítica la Comisión Europea y el BCE. Paralelamente, precisamos paliativos al pinchazo de la burbuja inmobiliaria, por usar la temida expresión de la que se sirve ya The Economist al mirar hacia España.

Las expectativas y la confianza, descansando en el terreno de la psicología, son conceptos fundamentales para frenar el círculo vicioso. Su presencia, por difícil y discutible que sea medirlas, variará enormemente según quién gane el 9 de marzo. Lo que nadie sabe aún es si, por una vez, el español se tentará el bolsillo antes de votar.

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