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Carlos Ball

Los empresarios y el capitalismo

Los industriales y comerciantes pequeños y medianos apoyan más frecuentemente la libre empresa y combaten más decididamente la politización y estatización de la economía que los grandes.

Mi experiencia en las cámaras y asociaciones empresariales de Venezuela, en los años 70 y 80, fue que los industriales y comerciantes pequeños y medianos apoyan más frecuentemente la libre empresa y combaten más decididamente la politización y estatización de la economía que los grandes. Muchos de estos últimos lograron acumular inmensas fortunas a través de nexos políticos, financiación subsidiada por el Estado, protección arancelaria, asignación de oligopolios o por medio de ejecutivos suyos que habían sido ministros de gobiernos socialdemócratas o socialcristianos.

Los políticos venezolanos de la época estaban empeñados en dirigir la economía, aumentando progresivamente el poder y control gubernamental, a la vez trataban que el éxito empresarial dependiera más y más del visto bueno de algún burócrata. Así se fomentó la corrupción y esa concentración del poder político y económico en las mismas manos conduciría ineludiblemente al terrible desastre de la Venezuela actual.

Uno de los más brillantes economistas del siglo XX, Milton Friedman –quizás también el más odiado por la izquierda latinoamericana–, lo había previsto en su libro Libertad de Elegir, publicado en 1980: "La combinación del poder político y económico en las mismas manos es una fórmula segura para llegar a la tiranía."

Fue la estatización de la industria petrolera venezolana lo que, eventualmente, hizo posible la actual dictadura, mal llamada "bolivariana". Y la corrupción se ha convertido en la principal industria venezolana, donde coroneles de la Guardia Nacional compran Lamborghinis de 200.000 dólares, mientras cae la producción petrolera, se dispara la inseguridad personal y la inflación, escasean los alimentos y medicinas, desaparece la inversión privada, fracasan las cooperativas, aumenta tanto la informalidad como el desempleo, se vuelven intransitables las calles y carreteras, no se recoge la basura, se multiplican las epidemias y los hospitales no funcionan.

En ese tenebroso ambiente, el más claro defensor de la libertad individual es el estudiante de 23 años Yon Goicochea, líder de una lucha pacífica contra los desmanes del gobierno y quien saca de quicio a las autoridades con su extraordinaria elocuencia y capacidad de motivar las frecuentes protestas de miles de jóvenes.

Pero el plan "bolivariano" es contagiar de todos sus males a Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Paraguay y Argentina, al tanto que se apoya a las FARC y al narcotráfico en Colombia, al EPR en México y a la extrema izquierda peruana, tratando así de destruir a tres de los pocos gobiernos exitosos de América Latina.

En Estados Unidos, los extraordinariamente ricos tampoco parecen creer mucho en el capitalismo. Warren Buffet, el segundo hombre más rico del mundo, apoya el impuesto de sucesiones. Claro, sus herederos no tendrán que vender la empresa para pagar el impuesto a la muerte, como sucede a tantos familiares de pequeños empresarios. Mientras que en la reciente conferencia de Davos, Suiza, Bill Gates proclamó lo que él llama "capitalismo creativo", buscando que las grandes empresas procedan a reducir las desigualdades en el mundo. Eso suena muy bonito y es muy meritorio que Gates quiera aportar parte de los 57.000 millones de dólares que ganó con sus inventos e innovaciones en Microsoft a combatir enfermedades y ayudar a los pobres del mundo subdesarrollado. Pero debemos tener claro que la mayor contribución de Bill Gates al mundo entero fue su aportación a la revolución tecnológica de la información. Y eso lo logró desarrollando y vendiendo programas de ordenador, no regalándolos.

Hay que aplaudir las obras de caridad de individuos, pero no debemos confundir tal cosa con supuestas "obligaciones sociales" de las empresas. El verdadero beneficio social aportado por las empresas se logra cuando compiten en innovaciones, precios y calidad, no cuando los gerentes regalan el dinero de los accionistas.

En Libre Mercado

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