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Richard W. Rahn

La economía según Washington

Para revivir la economía, tanto el Congreso como el Poder Ejecutivo deben dar marcha atrás en las políticas que causaron el daño, en lugar de empeorar la situación. Pero, lamentablemente, Washington seguirá haciendo lo mismo

¿Cuánto tendría que regalar el Gobierno a cada ciudadano para evitar una recesión? Esta es una pregunta imposible de contestar porque contiene una conclusión falsa y cuando los argumentos políticos tienen conclusiones falsas, se instrumentan políticas equivocadas.

Para revertir la caída de la actividad económica hay que primero entender sus verdaderas causas. El Gobierno y la Reserva Federal han diagnosticado mal el problema y recetan una medicina equivocada: el "paquete de estímulo".

El problema inicial, que condujo al desastre de las hipotecas de alto riesgo, fue causado por la Reserva Federal. Después de la recesión de 2001, engendrada por la exagerada restricción del crédito por parte de la Reserva Federal, Greenspan –entonces presidente del banco central– sobrerreaccionó dándole préstamos al sector bancario a tasas de interés inferiores a la inflación. Y como era de esperarse, los requisitos para otorgar un crédito bajaron. Otro problema fue el aumento del precio de la energía, en parte causado por restricciones artificiales impuestas por burócratas y políticos. Los mismos políticos llevan años diciendo que tenemos que ser energéticamente independientes, luego se comportan como lacayos de los ecologistas.

El resultado es que no se ha permitido la construcción de nuevas refinerías ni tampoco extraer petróleo en las costas ni en las reservas de Alaska. No se permite la construcción de nuevas presas. Se restringe la minería del carbón y la construcción de nuevas plantas de energía nuclear. De modo que, gran sorpresa, se disparó el precio de la energía y se depende cada día más de la importación, mientras que las empresas petroleras de Estados Unidos son menos competitivas globalmente.

El tercer problema ha sido la excesiva y destructiva regulación financiera que ha causado se disparen los costes contables y las transacciones de la bolsa, perjudicando especialmente a las empresas. Esos costes y regulaciones adicionales han logrado que muchas empresas hagan sus primeras emisiones de acciones en ciudades como Londres y que otras muden sus sedes al exterior.

Aquí a las compañías se les obligada ahora a tener directores "externos" que pueden no saber nada sobre el negocio ni mejorar el rendimiento. Y recientemente la oficina antimonopolio del Departamento de Justicia demostró de nuevo su ignorancia empresarial al proponer que las bolsas de venta de acciones, de mercancías y materias primas no puedan poseer cámaras de compensación, lo cual es fundamental para ellas. Es como decirle a un fabricante de automóviles que no puede incluir el motor cuando venda un auto y obligar al consumidor a buscar el motor en otro sitio. Esas tonterías que demuestran la ignorancia de los políticos y burócratas están afectando la economía de Estados Unidos.

Otro problema es el aumento del gasto gubernamental como porcentaje del producto interno bruto. La mayoría de los programas gubernamentales están mal gestionados y los pocos que lo están bien suelen ser contraproducentes, por lo que se malgasta mucho dinero. El tamaño del Estado es mucho mayor de lo necesario, por lo que cada gasto adicional hace daño a la economía nacional.

Para revivir la economía, tanto el Congreso como el Poder Ejecutivo deben dar marcha atrás en las políticas que causaron el daño, en lugar de empeorar la situación. Pero, lamentablemente, Washington seguirá haciendo lo mismo y favoreciendo a grupos de interés que contribuyen a las campañas electorales de quienes votan por seguir estorbando las actividades productivas de la gente.

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