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Fundación Heritage

Tierra de los libres y patria de las víctimas

Un Gobierno lo bastante grande como para dar al pueblo todo lo que desea es también lo bastante grande como para quitarle todo lo que posee.

Ernest Istook

Ojalá fuera yo víctima. Entonces la gente me daría cosas y el Gobierno se encargaría de mí.

Ése es el mensaje dominante de la campaña presidencial de Estados Unidos donde algunos candidatos predican que nos hemos convertido en una nación de víctimas y el Gobierno es el caballero de brillante armadura que cabalgará en su rescate.

Tristemente, hemos llegado a un punto en el que este argumento a menudo funciona. Usando la política del miedo en lugar de la esperanza, estos candidatos quieren ampliar una guerra fallida: la "Guerra contra la Pobreza", que ha costado billones de dólares a Estados Unidos pero no ha producido ninguna victoria. Ahora están haciendo llamamientos para una oleada permanente de programas que cubran a la clase media, una expansión de la misma estrategia fallida que nos ha dado una clase marginada permanente que depende del Gobierno.

Tienen la esperanza de seducir a más norteamericanos a entrar en ese atolladero convenciéndolos de que somos víctimas

Según los senadores Hillary Clinton y Barack Obama, Estados Unidos es un lugar donde se reprime la clase media.

Aquí está el meollo del argumento de Clinton, según las palabras de su propia página web: "Hillary tiene un plan para rehabilitar a la clase media de Estados Unidos. Después de 6 años y medio de la política de la administración Bush, la clase media está luchando para triunfar en una economía que va dejando atrás a más y más americanos. La desigualdad de la renta se ha elevado a los más altos niveles desde 1929 y los salarios se han estancado. Mientras tanto, las pólizas de seguro médico y las matrículas universitarias se han disparado, oprimiendo a las familias de clase media que, para llegar a fin de mes, han confiado mayormente en préstamos con la garantía hipotecaria de sus casas. Los crecientes problemas en el mercado inmobiliario amenazan aún más a muchas familias de clase media."

Obama lo describe esta manera en su página web: "Mientras que los salarios no presentan cambios, el coste de los artículos de primera necesidad está aumentando. El coste para cursar estudios universitarios dentro del propio estado ha crecido un 35% en los últimos cinco años. Los costes de la sanidad han aumentado 4 veces más rápidamente que los salarios durante los últimos 6 años. Y la tasa de ahorro familiar es la más baja desde los tiempos de la Gran Depresión."

Para ambos candidatos, la respuesta a todos estos problemas es una ráfaga de nuevos programas gubernamentales que hacen que Lyndon B. Johnson parezca Ronald Reagan:

  • ¿Tiene problemas con el pago de su hipoteca? No hay problema. El gobierno le rescatará incluso si mintió en su declaración de la renta o sobre su nómina para conseguir el préstamo en primer lugar.
  • Aunque las reducciones de impuestos de Bush libraron a 44 millones de americanos de pagar el impuesto sobre la renta, ahora se les exonerará de pagar la Seguridad Social. Pero eso sí, seguirán cobrando sus cheques, siempre y cuando se jubilen antes de que la Seguridad Social se vaya a la quiebra, claro.
  • Si usted no puede pagarse la universidad porque las subvenciones gubernamentales destruyeron los incentivos para controlar los costes de la matrícula, entonces aumentarán los subsidios otra vez.
  • El salario mínimo subirá, aumentando la ventaja en costes de nuestros competidores extranjeros, pese a que también crece el gasto en bonos para alimentos, subsidios para la vivienda y regalos del Gobierno de dinero en efectivo como el EITC (Crédito Fiscal para el Ingreso Devengado).
  • Los profesores que están fallando a sus estudiantes recibirán más paga.
  • Clinton llega a proponer que si usted no ahorra dinero, el Gobierno le dará un cheque para que abra una cuenta.

Para pagar esto, castigarán a los "opresores". Las grandes compañías petroleras pagarán más impuestos (que pasarán a ser pagados por los consumidores a través de precios aún más altos). Además "todos los norteamericanos tendrán que contribuir en su justa medida". En otras palabras, con impuestos más altos para todos aquellos que los candidatos definan como no pertenecientes a la clase media o más baja.

Convencer a los norteamericanos de que necesitan al Gobierno para hacer todas estas cosas depende de que los convenzan de que ellos son víctimas con necesidad de ser rescatados. La estrategia se basa en el ingenioso uso indebido de las estadísticas y de unos medios de comunicación acríticos que ayudan a la causa.

Varios estudios de la Fundación Heritage disputan esas afirmaciones. Uno de ellos, de James Sherk, expone cómo funciona el engaño. Primero, no haciendo caso de los beneficios en efectivo que reciben los asalariados (como asistencia sanitaria, planes de jubilación, días pagados de vacaciones, etc.), minimizando así el crecimiento de los salarios. En segundo lugar, se utilizan fórmulas incorrectas para comparar el crecimiento de los salarios respecto a la inflación. De hecho, el crecimiento de los salarios ha estado a la par con el crecimiento americano de la productividad. Otro estudio de la Fundación Heritage por Paul Winfree señala que incluso "a los ciudadanos más pobres de Estados Unidos les están yendo mejor las cosas que hace 14 años".

Y un célebre estudio de Robert Rector, también de Heritage, desenmascara los engaños usados cuando se discuten los índices de la pobreza. Como Rector observa, hemos pasado a ampliar el concepto de pobreza hasta el punto en que "la mayor parte de los ‘pobres’ en Estados Unidos vive en condiciones materiales que se considerarían como acomodadas o de bienestar sólo hace algunas generaciones".

Los mismos trucos que se utilizan para perpetuar los fracasados programas antipobreza se están utilizando para promover los nuevos y ampliados programas federales para la clase media. Y éstos prometen ser tan costosos, burocráticos y fracasados como los de la "Guerra contra la Pobreza" de Lyndon Johnson.

No es suficiente que la izquierda en Estados Unidos muestre su pena por las víctimas de verdaderas tragedias como el 11-S o el huracán Katrina. Ahora deben elevar cada reto a nivel de crisis, provocando una sensación de desesperación para la cual la respuesta es más Gobierno y cada vez más grande.

Antes de que sea demasiado tarde, hace falta recordar a los americanos que un Gobierno lo bastante grande como para dar al pueblo todo lo que desea es también lo bastante grande como para quitarle todo lo que posee.

©2008 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg 

Ernest Istook, ex congresista de Estados Unidos que sirvió en el Comité Selecto sobre Seguridad del Territorio Nacional, es un distinguido miembro de la Fundación Heritage, especializado en relaciones gubernamentales.

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