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Carlos Rodríguez Braun

Impuestos y liberalismo en Cinco Días

Un vistazo a la historia reciente del FMI bastará para comprender que sistemáticamente pidió a los países que redujeran su déficit ¡subiendo los impuestos! Si este el sumo sacerdote del liberalismo, me pregunto en qué templo lo ha visto el doctor Díez.

Jaume Viñas apoyó en Cinco Días todos los esfuerzos del Gobierno en la llamada lucha contra el fraude fiscal, y concluyó: "lo cierto es que el dinero que deja de ingresar el Estado castiga a las inversiones públicas y daña al Estado de bienestar". José C. Díez calificó en el mismo periódico al Fondo Monetario Internacional de "sumo sacerdote del liberalismo".

Hace muchos años el periodista norteamericano Henry Hazlitt (recogiendo una idea de Bastiat) aconsejó no olvidar una gran lección económica: procurar mirar todos los lados de un problema, y no sólo uno. En el caso de la fiscalidad el pensamiento prevaleciente suele olvidar esta lección. En la frase del señor Viñas hay un personaje crucial que ha desaparecido de la escena: el contribuyente.

Independientemente del aprecio mayor o menor que podamos sentir hacia la libertad, lo que no es correcto es decir es que si el Estado no ingresa, ese hecho es sólo un castigo y un daño. Porque si el Estado no ingresa una suma de dinero que por definición existe, entonces por definición esa suma ha quedado en el bolsillo del contribuyente, que difícilmente ponderará dicha circunstancia como un castigo o un daño.

El asunto no es sólo un error tonto sino algo con profundas implicaciones para la libertad del pueblo. Si don Jaume Viñas cree que el dinero que el Estado ingresa tiene efectos solamente positivos, ¿qué límite creerá que debe establecerse ante la subida de la presión fiscal?

José C. Díez acusa a la economía de mercado de generar los problemas actuales. Comprendo que existe una vieja tradición, al menos desde 1929, de atribuir las crisis económicas al liberalismo. No me extraña, pues, que el pensamiento único esté otra vez dando la tabarra con este camelo, e ironizando otra vez sobre el hecho paradójico de que muchos sedicentes liberales se apunten al dinero público de emergencia. Pero que un economista hecho y derecho acuse al FMI de liberal y argumente seriamente que la raíz de las perturbaciones actuales ha sido la "mano invisible" del mercado ya es demasiado.

El dinero y las finanzas están regulados tan profundamente y desde hace tanto tiempo que, como dijo Hayek, en realidad los liberales no podemos señalar un ejemplo que pudiese ilustrar cómo sería un dinero realmente libre. Pero sin necesidad de apelar a la historia, el doctor Díez podría mirar ahora mismo cómo está organizado el dinero, y quién tiene la llave de su creación y control a través de monopolios públicos, para concluir que hablar de mercados libres allí es distorsionar la realidad.

También lo es calificar al FMI de liberal. El FMI no tiene nada que ver con el mercado. Es una organización política, dirigida por políticos y nutrida con dinero que las autoridades extraen a los contribuyentes. Para colmo, un vistazo a la historia reciente del FMI bastará para comprender que sistemáticamente pidió a los países que redujeran su déficit ¡subiendo los impuestos! Si este el sumo sacerdote del liberalismo, me pregunto en qué templo lo ha visto el doctor Díez.

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