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Carlos Rodríguez Braun

Sindicalistas contra trabajadores

Rodolfo Benito, dirigente de CC OO, proclamó que la libertad de horarios, que favorece especialmente la conciliación de la vida laboral y familiar en sociedades con un alto nivel de empleo femenino, está en contra de dicha conciliación.

Una característica del intervencionismo contemporáneo es la creciente disociación entre los sindicatos y los trabajadores. Si nos atenemos a lo que los sindicalistas dicen y hacen, esta desafección es perfectamente lógica, porque sus ataques a los trabajadores son constantes y sistemáticos. Por poner sólo dos ejemplos recientes, Rodolfo Benito, dirigente de CC OO, rechazó la libertad de horarios comerciales, y Cándido Méndez, el líder de UGT, pidió resolver el paro en la construcción con más construcción.

El señor Benito demostró una vez más que el intervencionismo es profundamente elitista, al afirmar que la libertad de comercio "no responde a las necesidades reales de consumo de la ciudadanía madrileña". No se paró a pensar en que él no es quién para determinar cuáles son las "necesidades reales" del pueblo. Y no se quedó allí. Proclamó que esa libertad de horarios, que favorece especialmente la conciliación de la vida laboral y familiar en sociedades con un alto nivel de empleo femenino, está en contra de dicha conciliación. Dirá usted: no se puede distorsionar más. Pues sí se puede. Con toda tranquilidad concluyó Rodolfo Benito que la libertad de horarios es ¡contraria a la libertad de empresa!

Declaró Cándido Méndez: "La caída de empleo en la construcción se tiene que contrarrestar con infraestructura civil, social y VPO". Esto ignora el origen de la caída en el empleo en la construcción, que fue la sobreinversión en la misma, producida por las autoridades, en particular por la manipulación política de las finanzas y los tipos de interés. También ignora los efectos negativos sobre el empleo de los costes salariales y no salariales, porque parece que basta con que el Estado gaste más (o sea, cobre más impuestos) para que el empleo aumente, lo que no tiene mucho sentido. Por fin, cuando los errores de los políticos producen o profundizan la crisis económica, y cuando hay millones de viviendas vacías o sin vender, es difícil entender que se recomiende aumentar los impuestos para construir más viviendas artificialmente baratas.

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