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Carlos Rodríguez Braun

Sindicatos: privatización y lamentos

el secretario general de UGT en Andalucía, Manuel Pastrana, pidió a los empresarios que “se dejen de llorar y de lamentos”, que no pidan dinero público y que hagan frente a los problemas sin “despedir trabajadores ni abaratar costes”.

La posibilidad de privatizar los aeropuertos andaluces fue rechazada por los sindicatos con el argumento de que, salvo el de Málaga, todos son deficitarios. Según UGT, la medida “podría hacer peligrar la continuidad de los aeropuertos, pues sólo quedarían los rentables, mientras los pequeños cerrarían todos”. Para CC.OO. el sistema actual es el ideal, porque “los ingresos de todos los aeropuertos se ingresan en una única caja, en la que se reinvierte y nadie recibe beneficio”. Por otra parte, el secretario general de UGT en Andalucía, Manuel Pastrana, pidió a los empresarios que “se dejen de llorar y de lamentos”, que no pidan dinero público y que hagan frente a los problemas sin “despedir trabajadores ni abaratar costes”.

Parece que lo malo es el beneficio, que revela que las personas libres aprecian los bienes y servicios que se les prestan, y por eso los pagan. Pero llenar Andalucía de aeropuertos deficitarios equivale a que el poder político obligará a los ciudadanos a pagar lo que no quieren usar. ¿Por qué defienden los sindicatos esta opción? No puede ser porque respalden los intereses de la clase trabajadora, que paga impuestos pero no viaja en avión todo el rato de aquí para allí. Más probable es que los intereses que propicien los sindicatos sean los suyos propios, siempre mejor amparados por la coacción del sector público que por la libertad de los trabajadores. Igualmente reaccionaria y demagógica es la defensa de los aeropuertos pequeños, como si no fueran pequeños los contribuyentes forzados a pagar lo que no desean.

La recomendación de Manuel Pastrana a los empresarios es ciertamente paradójica: no despedir a nadie y no rebajar costes. Si seguimos su lógica al pie de la letra, concluiremos que lo que exige don Manuel es que los empresarios hagan lo que él condena: que lloren para cobrar dinero público, la única manera de capear el temporal sin despidos en sus empresas, aunque el impacto sobre el empleo en otras pueda ser claramente negativo.

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