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Juan Carlos Girauta

Estoy con Solbes

Los 300.000 euros que la Generalidad le ha dado a Caprabo para que venda ciertos productos catalanes con un 20% de descuento ya no saldrán del bolsillo de todos, sino de la cartera de quienes creen en el más rancio proteccionismo

Solbes ha tenido una idea. Sé que parece mentira; atribúyanlo a un fugaz despertar, a un momento de vigilia en el sueño oceánico del ministro durmiente. Quizá lo de su cargo no sea un ordinal, y lo de vicepresidente "segundo" aluda al instante pasajero en que, de vez en cuando, abre los ojos del todo y dice algo con sentido, algo que no parece deslavazado somniloquio. La idea, que no se me olvide, consiste en cargar el déficit madrileño a los ciudadanos que votaron a Gallardón, exonerando al resto.

Dada la querencia socialista por don Alberto, excluyo la posibilidad de que la medida propuesta le apunte a él en exclusiva de modo que, a partir de ahora, sólo paguen impuestos los gallardonistas o gallardonitas. Con no votarle, ser español saldría gratis. No parece. En personaje tan docto como Solbes (lo somnífero no quita lo ilustrado), la propuesta sólo puede entenderse como una nueva y revolucionaria política fiscal que hará recaer todo gravamen sobre los votantes efectivos del gestor que ha despilfarrado. Maravilloso.

Si me sumo a Solbes no es por fastidiar a la derecha madrileña, que bastante tiene con lo suyo, sino por los muchos beneficios que se derivarán de la extensión de esta revolución. Vean. Los 300.000 euros que la Generalidad le ha dado a Caprabo para que venda ciertos productos catalanes con un 20% de descuento ya no saldrán del bolsillo de todos, sino de la cartera de quienes creen en el más rancio proteccionismo para con las empresas de la que consideran su nación. O sea, que pagarán los nacionalistas partidarios del intervencionismo económico; es decir, todos.

Los cien millones de euros que acumulan los dos tripartitos en informes sobre codornices japonesas, almejas brillantes, cultivo de la chufa y otras graves cuestiones, serán repuestos al erario por la sospechosa trama conocida en Cataluña como "sociedad civil", olla podrida de oenegés, plataformas, departamentos universitarios, oficinas de intereses y asociaciones varias. Las ayudas públicas a la Plataforma Pro Selecciones Deportivas Catalanas, impulsora de anuncios donde se fomenta el amor y la concordia mostrando niños españoles que no dejan jugar a niños catalanes, son más difíciles de endosar. Posiblemente debería correr con los gastos Marta Ferrusola. Los dineros perdidos del Fondo Social Europeo para la formación ocupacional, que los cubran los votantes de Unió Democrática de Catalunya. La cuenta de los cheques-bebé y los cuatrocientos euros, a los del puño con Rolex en alto. Y todo en este plan.

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