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José Antonio Martínez-Abarca

¿Por qué los bancos y no el resto de inútiles?

¿Quién iba a pensar que no era normal una situación inmobiliaria en la que los pisos vulgarotes se ponen en el mercado al precio hipotecado de todo lo que ganaría un alto ejecutivo de una empresa privada en ochenta o cien años?

Mi papá quiso que me dedicara al Derecho como toda mi familia y sin embargo yo, especulando equivocada y frívolamente con mi capital riesgo, opté por ambicionar más altas miras en el articulismo político. Creo que eso se puede considerar una "inversión tóxica", un crédito que me emití a mí mismo y que por supuesto nunca cobraré, porque el valor del articulismo en el mercado, a estas alturas de mi crisis de los cuarenta, es cero. Y sin embargo no quedo amparado por esas garantías bancarias que acaba de conceder el presidente Rodríguez Zapatero para cubrir dificultades e inseguridades, siguiendo su admirada "doctrina Bush".

De acuerdo, la culpa es mía: invertir en articulismo político en España siempre ha tenido tanto futuro como hacerlo en frigoríficos para los esquimales y por tanto era más que dudoso que recuperara los activos invertidos en forma de quebraderos, años, censuras y expulsiones de medios. Pero ¿por qué los bancos, cuya culpa es también exclusivamente suya, deben saber que detrás de sus errores está al quite Papá Estado y sin embargo detrás de los errores de, por ejemplo, la Academia de cine español no se muestra el Estado tan entusiasmado? Si un productor español del Régimen, en lugar de dedicarse a la comedieta más o menos rentable, quiere comprometerse con los dramas de su tiempo y ampara una película tan fundamental para entender la debacle económica del aznarismo como Hay motivo y luego resulta que pagan su entrada para verla cuatrocientas y pico personas en el total de cines de España, ¿no debe ser amparado ese productor bienintencionadamente errado con fondos extraordinarios del Estado, es decir, su dinero, lector, y el mío?

¿Quién iba a pensar que las películas de denuncia realista y sin sectarismos sólo iban a interesar a cuatrocientas y pico personas en toda España en vez de recaudar millones de dólares, como sería lo suyo? Igualmente, ¿quién iba a pensar que no era normal una situación inmobiliaria en la que los pisos vulgarotes se ponen en el mercado al precio hipotecado de todo lo que ganaría un alto ejecutivo de una empresa privada en ochenta o cien años, siempre que haya buena salud? Nadie lo hubiese podido prever. Y menos, el Banco de España. La crisis ha pillado a las entidades financieras por sorpresa. Pero Rodríguez Zapatero seguro que va a tener cola de gente queriendo que les restituya las perras de sus estupideces y sus metidas de gamba.

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