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Carlos Rodríguez Braun

Cebrián y el regreso del bombero

La idea de que el Estado es el apagafuegos constituye otro tópico, que parte de la fantasía de que el Estado es del todo asimétrico, es un bombero que sólo causa el bien y que no tiene absolutamente nada que ver con el incendio.

Juan Luis Cebrián agrupó en un artículo en El País varios tópicos del pensamiento único, como el ansiado Gobierno mundial y la denostada globalización descontrolada. Y afirmó sobre la crisis económica: "El Estado ha recuperado un inesperado protagonismo como apagafuegos de la situación".

Recuperar es volver a tomar o adquirir lo que antes se tenía; inesperado es lo que sucede sin esperarse; y protagonismo es condición de protagonista o personaje principal de la acción. Pero entonces la pregunta es ¿dónde ha mirado Cebrián? Porque la imagen de un Estado desaparecido, ausente o en retroceso es simplemente falsa, como lo habría podido averiguar el propio Cebrián sin demasiada dificultad, limitándose sólo a preguntarle a la gente si ha notado que paga muchos menos impuestos, tasas o multas, y soportando a continuación la rechifla que suscitaría semejante pavada. También podría preguntar en los bancos si han registrado una ausencia de reglas y controles o si ha pasado lo que ha pasado: cada vez más reglas y controles en el sector privado, y un mar de liquidez generada por unos organismos públicos llamados bancos centrales.

No ha habido, por tanto, una disminución de la coacción intervencionista económica, política y legislativa cuyo aumento ahora debamos calificar de inesperado. La coacción siempre estuvo allí y su crecimiento en condiciones de crisis es lo más lógico que cabe esperar.

La idea de que el Estado es el apagafuegos constituye otro tópico, que parte de la fantasía de que el Estado es del todo asimétrico, es un bombero que sólo causa el bien y que no tiene absolutamente nada que ver con el incendio. Nadie que piense con un mínimo de seriedad puede sostenerlo.

Por último, como Cebrián despotrica contra los expertos incapaces de predecir descalabros, temo que no lee nada que trascienda las fronteras de la corrección política.

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