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Carlos Rodríguez Braun

El País y el urbanismo salvaje

Los titulares de El País indican que para el diario independiente de la mañana (y ni un minuto más, como ironiza Carlos Herrera) al parecer la única manera de no destruir el litoral es no edificar allí nada.

El énfasis de El País contra el "urbanismo salvaje" había disminuido ligeramente en tiempos recientes, y parecía razonable, porque la crisis económica está golpeando con particular rigor a la construcción de viviendas. Pero ahora han vuelto con la cantinela y con esa expresión que evoca inevitablemente el capitalismo salvaje (jamás nadie habla del socialismo salvaje, por supuesto). Estos fueron los titulares sobre las viviendas cerca del mar: "El cemento se traga 140.000 metros cuadrados de costa al día (...) El cemento se come al día unos 140.000 metros cuadrados de la primera línea (...) El ritmo de destrucción del litoral se ha duplicado con la burbuja inmobiliaria (...) Hay un muro de cemento en la costa sin uso la mayor parte del año".

Las metáforas digestivas son sugerentes, porque lo que se come no se destruye sino que se transforma para bien, y resulta nutritivo, indispensable y no pocas veces sabroso. Pero no va por ahí el pensamiento único, que paradójicamente identifica la construcción con su opuesto, la destrucción.

Los titulares de El País indican que para el diario independiente de la mañana (y ni un minuto más, como ironiza Carlos Herrera) al parecer la única manera de no destruir el litoral es no edificar allí nada. Toda construcción significa tragar y comer en el sentido letal de aniquilar. Típicamente, el progresismo ignora a la gente de la calle, al español normal y corriente que quiere invertir sus ahorros en un piso cerca del mar. ¡Vade retro, destructor!

La gente normal, que toma decisiones libres, siempre ha sido objeto de recelo por parte de la corrección política, y El País nos brinda un nuevo ejemplo. En efecto, el mensaje de esos titulares no subraya el hecho de que el bienestar de una multitud de familias ha aumentado porque ahora tienen un piso cerca de la playa. Nada de eso: lo que han hecho no sólo es malo, porque toda construcción allí es mala, sino además feo, porque lo que han edificado no son casas sino muros; y además absurdo y egoísta, porque hay muchos meses del año en que los ciudadanos no van a la playa.

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