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Juan Carlos Girauta

El sueño ha terminado

Este cuadro, que habría sido calificado de apocalíptico y antipatriótico hace muy poco, es el que hoy nos pone delante de las narices, de sopetón, el ministro de Economía, desdiciéndose de todas y cada una de sus opiniones anteriores.

Ya tiene Solbes los indicadores macroeconómicos por los suelos, sin control, plantados en el distorsionado espacio que las cifras se empeñan en ocupar cuando Solbes maneja la economía. No veo que tras su drástica corrección de previsiones se esté planteando España con la urgencia ni con la convicción requerida las inminentes calamidades a las que se enfrenta. Lejos de una sincera puesta en común, lejos de una toma de conciencia, del pie en pared y del realismo desideologizado, prefiere el país seguir dándole vueltas a unas fotos más o menos eróticas. Cuando se nos pase el calentón, siempre se puede seguir mareando la perdiz con la cantinela identitaria, y luego con el toma y daca de las consignas partidarias, y más tarde podemos volver al estúpido cruce de vulgaridades teístas o ateístas en los autobuses. Despierten.

¿Acaso no se entiende el problema? El problema se llama paro descomunal camino de los cuatro millones, un millón (y creciendo) de desempleados que no reciben prestación, ochocientas mil familias (y aumentando) sin ningún tipo de ingreso, una gran bolsa de lo anterior formada por extranjeros sin raigambre familiar o social en España, con la consiguiente desesperación masiva e incontrolable. El problema se llama imposibilidad de salir de un espacio monetario donde las decisiones se toman en favor de la economía alemana y chocan de frente con los intereses de la española. ¿O salimos del euro? Hace unos meses habría parecido una broma pesada esta posibilidad que hoy barajan seriamente influyentes foros y promueven principales decidores económicos y financieros de la Unión Europea. Si nos quedamos, tenemos las manos atadas en política monetaria; si volvemos a la peseta, o al zapatero de vellón, nuestras deudas estarán en euros. ¿Saben lo que eso significa? Significa la miseria.

Este cuadro, que habría sido calificado de apocalíptico y antipatriótico hace muy poco, es el que hoy nos pone delante de las narices, de sopetón, el ministro de Economía, desdiciéndose de todas y cada una de sus opiniones anteriores, que ya se ha visto lo que valen, retractándose de cada previsión sobre la que se apoyaron los recién aprobados presupuestos del Estado, el violín desafinado con el que Zapatero nos empuja al escenario a ofrecer el gran concierto español del 2009. Naturalmente, este brusco giro del discurso oficial sería suficiente para que dimitiera no ya Solbes, sino el Gobierno entero. No lo harán, pero ni siquiera nos indignaremos porque hay premuras capaces de aplazar la indignación. La cuestión es de vida o muerte, de sufrida, trabajosa y lenta enmienda de los vicios económicos nacionales o de caída libre, de llenarse de humildad y corregirlo todo o de volver a la España de La Colmena. La única suerte es que la colmena estará digitalizada.

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