Un plan contra la crisis, pidió El País en un editorial, y subrayó: "Cualquier nivel de endeudamiento, por oneroso que parezca, estará justificado si se destina a inversiones en los mercados de energía, nuevas tecnologías, educación y sanidad".
El argumento es muy notable porque resulta doblemente disparatado. En primer lugar ¿cómo es posible que cualquier deuda esté justificada? Sostenerlo equivale a sostener o bien que la deuda carece de consecuencias no plausibles y de costes, o que el endeudamiento sin límites es mejor que cualquier alternativa. Ambas ideas son falsas, porque las deudas sí tienen consecuencias y costes (como acabamos de ver con el inflado de la burbuja financiera), y un elevado endeudamiento no es que simplemente parezca oneroso, sino que lo es. Asimismo, la alternativa a una deuda mayor es una deuda menor, y no es para nada evidente que resulte peor.
El segundo disparate es creer que alguien sabe de antemano dónde hay que invertir. El editorialista de El País incurre en la fatal arrogancia de creer que él sí lo sabe, y enumera una serie de sectores, como si fuera axiomático que toda inversión en ellos resultará rentable. No lo es, y de hecho hemos tenido hace poco una experiencia al respecto: ¿o no se pinchó la burbuja tecnológica?