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José María Marco

Autocréditos y sacrificios

Se dice que aquí no hemos tenido crisis subprime. Puede que eso haya sido cierto en los bancos privados. Está por ver, en cambio, hasta qué punto las cajas de ahorro se han visto afectadas por una crisis similar, dado que son instrumentos políticos.

Los autopréstamos, por así llamarlos, que Caja Madrid ha concedido a dos consejeros socialistas pone de relieve varios aspectos sustanciales de la realidad española.

Uno, que ya se conocía, son los privilegios de los que gozan los políticos que además de manejar el dinero de las cajas de ahorro para sus fines clientelares, lo utilizan para el puro y simple provecho personal. Las cajas de ahorro son una fuente al parecer inagotable de prosperidad para consejeros, familiares de consejeros, no digamos yo políticos de las autonomías o los ayuntamientos correspondientes.

Un segundo aspecto, que también sospechábamos, es que no todo el mundo se ve afectado de la misma manera por la sequía del crédito. Los pequeños empresarios y los autónomos se las ven y se las desean para conseguir dinero del banco, aunque sea para cubrir una momentánea falta de liquidez como se había venido haciendo rutinariamente hasta hace poco tiempo. Ya no es así... excepto para los políticos que mandan en las cajas de ahorro como si fueran su corral particular. Lo son, de hecho, y cuando se dice que la naturaleza de las cajas es algo muy peculiar, se debería hablar de su monstruosidad intrínseca, con ingentes cantidades de dinero sin control por parte de nadie... excepto de los que mandan sin que nadie les pida cuentas.

Esta opacidad nos lleva a la última cuestión –por el momento– a la que apunta el asunto este de los autopréstamos. Y es la responsabilidad que muchos políticos están asumiendo en la crisis económica. Se suele decir que aquí no hemos tenido crisis subprime, como en Estados Unidos. Puede que eso haya sido cierto, más o menos, en los bancos privados. Está por ver, en cambio, hasta qué punto las cajas de ahorro se han visto afectadas por una crisis similar, dado que son instrumentos políticos. Se sabe, por otro lado, que la crisis no tocará fin hasta –por lo menos– que no haya salido a la luz el último de los activos tóxicos o de los créditos imposibles de recuperar.

Ahora bien, en España quienes mandan en las cajas, que forman la mitad del sistema financiero de nuestro país, no han tenido hasta ahora ningún interés en emprender el saneamiento de las cajas de ahorro. Una reforma seria traería aparejados un esfuerzo y tal vez un desgaste fuertes y además significaría perder una fuente de financiación a su libre disposición. ¿Quién acomete una reforma en estas condiciones?

En resumen, los políticos en este caso no sólo no están haciendo nada por ayudar a la sociedad española a salir de la crisis. Al contrario, están sacrificando la sociedad española a sus intereses.

Lo que no acabo de entender, la verdad, es cómo tantos españoles siguen confiando su dinero a estas instituciones, por así llamarlas. ¿Cómo se llama a esta combinación de mansedumbre resignada y de temeridad delirante en la gestión de los propios intereses?

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