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Juan Ramón Rallo

Bernanke, losa del año para la recuperación

Si la Fed es tan poderosa como para remediar una crisis, también debería serlo para causarla. Y si es tan irrelevante como para no provocar burbujas, también lo será a la hora de evitar las contracciones secundarias.

En nuestra sociedad existe una curiosa asimetría. Siempre que sucede algo malo, la responsabilidad es de la libertad; siempre que sucede algo bueno, los méritos se deben a la intervención estatal.

La revista Time acaba de nombrar a Ben Bernanke persona del año por sus méritos a la hora de poner fin a la II Gran Depresión de Estados Unidos. Y ya digo que es curioso, porque los mismos que atribuyen a la desregulación y a los mercados libres la gestación de una crisis sin precedentes, se afanan luego a proclamar que sus consecuencias más funestas se han evitado, no gracias a esos mercados que de momento siguen siendo libres, sino a la presta intervención en los mismos del banco central.

Lo lógico sería mantener una cierta consistencia en los argumentos, de modo que si la Reserva Federal es tan poderosa como para remediar una crisis, también debería serlo para causarla. Y si es tan irrelevante como para que sus intervenciones masivas y diarias en los mercados interbancarios no afecten a la gestación de las burbujas, también lo será a la hora de evitar las contracciones secundarias.

Pero los defectos se tornan en excesos según convenga la ocasión. Mi opinión ya la he expresado más de una vez: la Reserva Federal causó la crisis actual y Bernanke, al llevar a cabo la única actuación diligente en todo su mandato, evitó la contracción secundaria en Estados Unidos a finales de 2008 y ello sí hay que reconocérselo (tampoco puede hacerse mucho más en un sistema financiero tan intervenido y regulado como el actual). Punto final.

A partir de ese momento, sin embargo, su actuación no ha podido ser más desastrosa. La Reserva Federal ha comprado más de 1,2 billones de deuda pública y de deuda de agencia (Freddie Mac y Fannie Mae), hipotecando seriamente el futuro del dólar, evitando que se ajusten los precios de los activos más inflados y proporcionando al Gobierno de Obama un crédito baratísimo para que dispare a placer el gasto público. Esa es su trayectoria de 2009 por la cual se le premia: la mayor monetización de deuda pública en la historia de la humanidad que no resultaba en absoluto necesaria para evitar el agravamiento de la depresión.

Ahí tenemos a otro banquero central, Jean-Claude Trichet, que sin hacer demasiado ruido y sin comerse con patatas la deuda pública de los Estados europeos ha logrado básicamente lo mismo que Bernanke en la zona euro. La gestión de Trichet durante toda la crisis ha sido, casi sin excepción, impecable –no así durante la gestación de la misma, cuando contribuyó tanto como Greenspan a la expansión crediticia– y sin embargo prácticamente nadie parece acordarse de él. Será que Trichet ha gestionado la crisis y Bernanke se ha aprovechado de ella para expandir las intervenciones y las competencias de la Reserva Federal (la institución que la originó).

No sé por qué extraña razón, el culpable de la crisis es el mercado y su salvador San Ben Bernanke. Veremos si dentro de unos años las aguas están tan calmadas o los apologistas de los bancos centrales tendrán que inventarse otras excusas para justificar las nefastas consecuencias de la actuación de su santo patrón.

En Libre Mercado

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