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José Antonio Martínez-Abarca

Merkel aquí está acabada

Merkel, por ejemplo sería hoy, aquí, una suerte de sacamantecas para niños que no se lo comen todo, que provocaría ataques de apoplejía en los arriolas de la mercadotecnia electoral.

No sólo los altos mandos del PP sino también ahora los tertulianos adictos, como un solo funcionario, dicen que "entienden" la indignación y la huelga de los cuadros públicos. En cambio, yo lamento no entender absolutamente nada, por más que me pongo a dilucidar el actual ideario de la oposición. Lo que entiendo es que, si este es el centroderecha moderno y riguroso con las cuentas, según es fama, entonces la alemana Merkel, por ejemplo (quien se dispone a reducir la Administración), sería hoy, aquí, una suerte de sacamantecas para niños que no se lo comen todo, que provocaría ataques de apoplejía en los arriolas de la mercadotecnia electoral.

Aquí Merkel no duraba en su puesto hasta el día siguiente, por "impopular". De pronto me encuentro en un país donde los comunistas hablan de "enseñarle los dientes a los mercados internacionales", los funcionarios en holganza dejan significativas pintadas (como la que he leído esta mañana de paro general en una fachada del INEM) que dicen "progreso social=trabajo público", y la oposición supuestamente liberal-conservadora sigue en lo mismo que aquellas madres de cuando Franco: "hijo, tú no te metas, tú, el puestecito seguro" (y no se referían a poner un kiosko).

No. El turbión de funcionarios españoles también ha estado viviendo por encima de nuestras posibilidades, y de paso las suyas de propina. Todo lo que nosotros mismos no nos hemos permitido en los llamados "años de bonanza" (me falta el preceptivo viaje oficinesco a Cancún, de tanta tradición entre los cuerpos de la administración y en Rajoy, por no hablar de la segunda residencia y el primer coche, que tampoco los he tenido nunca) se lo han pulido ellos, de los administrativos para arriba, en estos últimos años. Se lo han fundido los funcionarios que ahora protestan en subidas de sueldo anuales y pagas varias por el glorioso Dieciocho de Julio (el Alzamiento de Julio les cae varias veces al año, llueva, nieve o caigan chuzos de punta) que nosotros, los que estamos en la calle en todos los sentidos del término, por desgracia no hemos sufrido. Porque este país ha vivido por encima de las posibilidades, sí, pero, como decía Cela de los que fornicaban en España ("aquí cada vez se hace más, lo que pasa es que siempre lo hacemos los mismos"), son los de siempre los que han vivido por encima de las posibilidades de todos. Por encima, en general. Subidos a nuestra chepa. Y cuando se les pide que bajen un poco a la realidad, cómo se ponen.

Oigo a González Pons, que por cierto es en la apostura de su madurez un calco del entrenador y ex futbolista italiano Antonio Cabrini (aquél que llamaron, tomándolo prestado de una película de Mastroianni, "il bello Antonio"), mantener ante las presumibles masas enardecidas que "aquí lo que sobran no son funcionarios, lo que sobran son políticos" y no puedo dejar de ver la pintada que los sindicatas estabulados han dejado hoy en un lugar tan propicio como una oficina del paro: el progreso auténtico del país consiste en tener todos el puestecito público, y con las "extras" falangistoides a Cancún. Pons también le enseña los dientes a los mercados.

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