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Ignacio Moncada

Leones africanos

No hay ningún pueblo condenado a la pobreza. El camino de salida en ningún caso es fácil, pues no hay crecimiento sin libertad, y ésta es difícil de proteger.

África siempre ha sido sinónimo de pobreza. Pero pronto empezará a significar oportunidad. Tras los años en los que Occidente miraba a los tigres asiáticos como nuevos países emergentes, y durante la expansión implacable de los denominados BRIC (Brasil, Rusia, India y China), los expertos señalan a algunos países del continente olvidado como los nuevos polos de atracción económica: los leones africanos. Botswana, Sudáfrica, Egipto, Argelia, Libia, Túnez y Marruecos son la punta de lanza de un continente que empieza a emerger lentamente en la escena internacional, y que es probable que pronto esté en las agendas de los inversores.

El perfil económico de los leones africanos es muy distinto al de los BRIC. Países como China o India abren al mundo gigantes mercados que ofrecen jugosas oportunidades, y dan lugar a grandes empresas capaces de competir con las americanas y europeas. Pero la potencia económica de estos países está, básicamente, en su demografía. En promedio, sus habitantes son más pobres que los de los leones africanos. El PIB per cápita medio de los emergentes africanos es un 25% mayor que el de los BRIC. Es decir que, en general, los individuos viven mejor en las potencias africanas que en los BRIC, aunque, al tener poblaciones reducidas, los mercados son mucho más limitados y por tanto las oportunidades internacionales son menores.

Este desarrollo incipiente del continente africano no ha sido ningún éxito de la doctrina buenista dominante en Europa, sino un acercamiento a algunas de las prioridades económicas señaladas por los liberales. África vira lentamente para construir los cimientos básicos de la riqueza: unas instituciones fuertes pero no invasivas que garanticen la propiedad privada y el cumplimiento de los contratos, pero permanezcan al margen de la planificación económica del país. Tal vez pronto se explique en las escuelas la lección que nos deja la comparativa entre Botswana y Zimbabwe, dos países adyacentes de geografía similar. Zimbabwe ha sido devastado por una dictadura socialista que basa su política en la redistribución de las tierras y en la negación de la necesidad de la propiedad privada. El año pasado, Zimbabwe registró una inflación récord de 14.000.000%, devolviendo al país a una economía de trueque. Mientras, Botswana ha instaurado una democracia cuya prioridad es la lucha contra la corrupción y la protección de la propiedad privada, situando el país en el número uno del crecimiento económico del mundo en varias ocasiones.

No hay ningún pueblo condenado a la pobreza. El camino de salida en ningún caso es fácil, pues no hay crecimiento sin libertad, y ésta es difícil de proteger. Hay que evitar los atajos, las tentaciones colectivistas y los gobiernos mesiánicos. Esta lección que está olvidando Europa, y que nos está disolviendo en el panorama económico internacional, es la que está empezando a aplicar África. La libertad es la única guía que puede conseguir ese sueño, en apariencia irrealizable, que es ver al continente africano salir de la pobreza.

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