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Agapito Maestre

Humor y criminalidad

El vídeo, pues, va más allá de la zafiedad, la chabacanería y el insulto. Es otro ensayo, en verdad, una nueva repetición de un crimen civil contra la risa, es decir, contra aquello que dignifica los sufrimientos humanos.

El hombre, el animal más sufriente de la tierra, inventó la risa para llevar con dignidad sus penas. Risa y dignidad caminan siempre de la mano; o sea, quien nos quita la risa nos está robando la dignidad. La risa es demasiado importante para que nos la dejemos arrebatar por cualquier malvado; por eso, cuando he visto el video propagandístico de la huelga general alentada por CCOO y UGT, no he podido dejar de recordar la maldad de otros vídeos humorísticos utilizados por el PSOE en diferentes campañas electorales.

Recuerdan, por ejemplo, las imágenes que comparaban a Rajoy con el cáncer... Consiguieron llevar al límite la degradación del lenguaje, es decir, lograron sustraerle al lenguaje toda capacidad de evaluación. Es lo mismo que hicieron los nazis con los judíos; porque el judío es un enfermo, decían los nazis, es menester acabar con él; los socialistas, de modo similar al nazismo, repetían la operación: porque Rajoy es el cáncer, acabemos con él. Ese tipo de "humor", permítanme reiterar esta idea, no sólo oculta la realidad, algo en sí mismo inmoral, sino que utiliza perversamente metáforas de evaluación médica en contextos políticos improcedentes, o mejor, en contextos políticos donde más debería evitarse, según nos enseña la historia. Si los votantes del PP son enfermos, según los socialistas, ¿significa eso que ellos están dispuestos a sostener al cirujano de hierro que cure a esa sociedad enferma?

El "humor" socialista, como el del vídeo de los sindicatos, es una forma agresiva, muy peligrosa por su violencia, que debería proscribirse de sociedades civilizadas, entre otras cosas, porque toda posible contestación a esa basura, degradación máxima del lenguaje político, nos obligaría e entrar en las reglas violentas de quienes utilizan ese humor. ¿O es que acaso, cuando vemos ese tipo de videos, no estamos tentados de gritar: estáis locos y es menester que os encierren? El nuevo vídeo humorístico de los sindicatos anunciando la "huelga general" se mueve por los mismos andurriales del vídeo de Rajoy. Criminaliza al empresario y trata a la oposición, al PP, como una patología a extirpar. Quien consiga verlo entero comprenderá fácilmente la degradación ética y estética de estos falsos agentes sociales.

El vídeo, pues, va más allá de la zafiedad, la chabacanería y el insulto. Es otro ensayo, en verdad, una nueva repetición de un crimen civil contra la risa, es decir, contra aquello que dignifica los sufrimientos humanos. Es un vídeo contra la dignidad. El vídeo del Chiquiliacutre, con todos mis respetos hacia la persona de este actor, es una contribución más, otra a la larga lista de videos "políticos" y sindicales al proceso de encanallamiento de la sociedad española. El envilecimiento, el vivir instalados en la anormalidad y el esperpento, es el principal problema para pasar de una sociedad sectaria a otra democrática y civilizada. Los sindicatos españoles nunca hasta ahora habían llegado tan lejos en ese proceso de degradación de las instituciones.

Este vídeo es un punto y aparte en la historia de UGT y CCOO. Han hecho del encanallamiento de la sociedad española su principal seña de identidad. Pues que igual que "una mentira hace cientos", decía Ortega, el encanallamiento de una sociedad parece no tener límites. Repito la crítica a quien hace del encanallamiento su forma de vida: "Quien vive envilecido, arrastrado a vivir un modo de vida, porque se ha negado a ser el que tiene que ser, intentará que todos aceptemos como un estado habitual vivir en la irregularidad, o sea, que aceptemos que no hay otra forma de vida que lo indebido: la mentira y el crimen de guante blanco". Pues eso, insisto, que al margen de honrosas excepciones, también el llamado "humor" político y, ahora, sindical en España ha contribuido de modo decisivo, durante los últimos treinta años, al encanallamiento de la izquierda política y cultural española.

El humor como argumento, o sea, la ironía, brilla por su ausencia en la España de Zapatero.

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