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Guillermo Dupuy

El trabajo que da esta huelga

No han dado un palo al agua mientras veían cómo un 20 por ciento de trabajadores quedaba indefinidamente en paro, pero van a tener que sudar la gota gorda para lograr que un porcentaje similar de los que aun trabajan deje de hacerlo el día de la huelga.

Decididamente, esta huelga general es, tal y como ha dicho el secretario general de CCOO, una "gran putada". Sobre todo, y paradójicamente, por el mucho trabajo que va a exigir a quienes, como los representantes sindicales, están acostumbrados a no dar un palo al agua, viviendo plácidamente del dinero de los demás. Tratar de conseguir que la huelga a la que, según las encuestas, no piensa secundar el 80 por ciento de los trabajadores no se traduzca en un estrepitoso fracaso, no va ser tarea nada fácil ni cómoda. Y eso que el malestar hacia el Gobierno no falta en absoluto. Lo que ocurre es que una gran mayoría de ciudadanos ve con toda la razón a los sindicatos como los principales cómplices del Gobierno, como los corresponsables de la crítica situación a la que hemos llegado. Además, estos sindicatos que, al margen de secundar al Ejecutivo en su inmovilismo y en sus disparatados planes de gasto público, fueron tan renuentes como él a la hora de reconocer la existencia de la crisis, pretenden ahora culpar de la misma al principal partido de la oposición y a los empresarios. Se trata, por tanto, de una ardua tarea propagandística que, a la vista está, nuestros representantes sindicales no pueden delegar en ningún chichilicuatre si quieren tener mínimas garantías de éxito.

Por otra parte, el supuesto viraje de última hora del Gobierno que ha ocasionado la movilización sindical no deja de ser eso, algo más supuesto que real. No hay más que ver en qué simulacro ha quedado reducida la reforma del mercado laboral, por no hablar del supuesto ajuste en infraestructuras, o los supuestos límites al endeudamiento de ayuntamientos, comunidades autónomas y Estado central.

El caso es que en UGT y CCOO no van a tener más remedio que trabajar más, mucho más, si pretenden que el 29 de septiembre una gran mayoría de trabajadores deje de hacerlo. Estos revolucionarios defensores del statu quo apenas cosecharon el pasado fin de semana apoyos en la patética fiesta minera celebrada en Rodiezmo. Tal vez por ello, este jueves han puesto a "trabajar" en un acto organizado en el Palacio de Vistalegre a 16.000 liberados, traídos en trenes y autobuses contratados especialmente para arropar a sus líderes y hacer una demostración de fuerza ante la huelga.

Con todo, es mucho más lo que van a tener que trabajar si pretenden conseguir ser ellos los únicos que lo hagan el día de la huelga. No han dado un palo al agua mientras veían cómo un 20 por ciento de trabajadores quedaba indefinidamente en paro, pero van a tener que sudar la gota gorda para lograr que un porcentaje similar de los que aun trabajan deje de hacerlo sólo por un día, el próximo 29 de septiembre. Lo dicho: una gran putada.

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