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Ignacio Moncada

Legislar a traición

La cantidad que se recaudaría si con la nueva tributación se extrae la misma cantidad de capital, que no se mantendrá, sería de 29 millones de euros. Una suma despreciable si la comparamos con lo que costó el despilfarro del plan E (13.000 millones).

Nada ha podido hacer más daño electoral a Zapatero que el tijeretazo que él mismo dio al gasto social, recortando los sueldos de los funcionarios y congelando las pensiones. Así quedó demolido su discurso político, al obligar a los que menos cobran a pagar buena parte del déficit del Gobierno. Desde entonces, para tratar de sacarse la espinita, Zapatero anda obsesionado con exhibirse castigando a los perversos ricos. Por ello envió a su ministra de Economía y Hacienda, Elena Salgado, a anunciar que, por fin, iban a meterle mano a las Sicav. Pero la forma en la que lo hizo dejó estupefactos a buena parte de los inversores.

Las Sicav funcionan de forma similar a los fondos de inversión. La única diferencia es que mientras los fondos no tienen personalidad jurídica y son propiedad de la empresa gestora, las Sicav están constituidas como sociedades. Es por este motivo por el que muchas de las grandes fortunas europeas se gestionan a través de Sicavs, pues permiten a los inversores ser al mismo tiempo accionistas de la sociedad gestora, y por tanto decidir en qué se invierten sus ahorros. Las Sicav tributan al 1% por impuesto de sociedades. Sin embargo eso no significa que sólo paguen un 1% de impuestos, como mucha gente afirma, pues después tienen que pagar los impuestos por la renta del capital, que está entre el 19% y el 21%. Es decir, que tributan igual que los fondos de inversión, o que cualquier inversión a título personal en una casa, en acciones o deuda pública.

La reforma del Gobierno no toca ese 1% que es objeto de deseo entre socialistas. Lo que trata de sellar es la posibilidad que existía de que los propietarios de un tipo concreto de Sicavs, en las que hay un dueño de todo el patrimonio y 99 figurantes o mariachis (por ley se exige que al menos haya 100 accionistas), extraiga una parte del patrimonio en forma de reducción de capital. De esta manera no se pagan impuestos directamente, sino que ese pago queda diferido en el tiempo. Ahora tendrán que pagar el 19% o 21%, como si fueran dividendos.

Eliminar esa posibilidad puede parecer razonable, pero desde luego no es útil para recaudar. Sólo la usan 33 de las 3.200 Sicavs que hay en España, y la cantidad extraída mediante reducciones de capital por año es de 137 millones de euros. Por lo tanto la cantidad que se recaudaría si con la nueva tributación se extrae la misma cantidad de capital, que no se mantendrá, sería de 29 millones de euros. Una cantidad despreciable si la comparamos, por ejemplo, con lo que costó el despilfarro del plan E (13.000 millones), lo que supone el recorte salarial a funcionarios por año (4.500 millones) o la congelación de pensiones por año (1.500 millones). Es decir, que es una reforma puramente ideológica.

Sin embargo, el coste de la reforma puede ser mucho más alto de lo que se preveía. Por ese motivo decía que el anuncio de Salgado metió el miedo en el cuerpo a los inversores. Porque lo que anunció el día 24 de septiembre es que esa reforma había entrado en vigor el día anterior sin previo aviso, con la excusa de que así el capital "no se fuga". A menudo los políticos tratan de exhibir astucia frente al malvado capital, y lo único que muestran es cortedad de miras. Legislando a traición, con carácter retroactivo para tratar de apropiarse de los fondos de los inversores que, entre otras cosas, compran la deuda pública, lo único que consiguen es que nadie quiera invertir en España. Y, mucho antes de lo que el Gobierno cree, se producirá la fuga de capitales.

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