A raíz de los problemas sufridos durante el último temporal, tituló El Periódico: "Aeropuertos privados, viajeros bloqueados". Y añadió: "el temporal en Europa saca a la luz fallos de gestión... el modelo, al que España se dirige, acarrea por lo general una reducción del gasto en mantenimiento... la gestión privada de muchos aeropuertos entraña el riesgo de que las empresas concesionarias antepongan los intereses de los accionistas y el reparto de dividendos a otras consideraciones".
Cabría argumentar que los viajeros quedaron bloqueados en muchos aeropuertos que no eran privados y que los fallos de gestión y mantenimiento no son exclusivos del sector privado. Pero prestemos atención a la última objeción: la deficiencia derivada de que las empresas privadas priman la rentabilidad sobre "otras consideraciones", expresión que El Periódico utiliza para referirse a aspectos plausibles para los ciudadanos e ignorados o insuficientemente ponderados por el capital privado.
Que dicho capital debe atender a sus accionistas y al beneficio que éstos esperan obtener de sus inversiones resulta incuestionable. Pero la pregunta es: y esto ¿por qué es censurable?
En todas las transacciones que libremente establecen los ciudadanos y las empresas en los mercados todos pretenden cosechar alguna ventaja. Y en verdad la cosechan, como lo demuestra el hecho mismo de que esas transacciones existen. Si no fuera así, al tratarse de actividades voluntarias, no tendrían lugar, o no serían renovadas. Es imposible que una empresa consiga beneficios reiterados sin ofrecer a sus clientes bienes o servicios que ellos aprecien. La empresa puede "anteponer" su rentabilidad a sus ventas, pero sin las segundas no existiría la primera, no hay ventas sin compradores, y no hay compradores si lo que se les ofrece no vale la pena de pagarlo.
Ahora veamos el asunto desde la alternativa. Si los bienes y servicios no son ofrecidos libremente en el mercado, entonces o bien no serán ofrecidos o bien lo serán mediante la coacción: así sucede con el sector público. El pensamiento único da por sentado que en este caso se satisfarán las necesidades de los ciudadanos, puesto que, al no tener la obligación de cuidar de accionistas y repartir dividendos, el sector público nunca antepondrá "otras consideraciones" al interés general.
¿Seriamente creen en El Periódico que esto es así? Es difícil que lo crean, puesto que una y otra vez la realidad demuestra que la política antepone intereses ajenos al bienestar de los ciudadanos. De hecho puede hacerlo y lo hace, al revés que las empresas privadas, de manera sistemática. Eso explica, por no salir de los aeropuertos, el de Ciudad Real. La prensa políticamente correcta puede ignorar esos intereses, pero ello no prueba que no existan.