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Emilio J. González

Empiezan los problemas para España

Lo único que cabe esperar es menos consumo, menos inversión y, nuevamente, más problemas de financiación del déficit público, con el consiguiente impacto negativo sobre el empleo.

Se acabó el dinero barato y empiezan los problemas para la economía española. Porque la decisión del Banco Central Europeo de subir los tipos de interés en un cuarto de punto va a tener consecuencias bastante negativas para nuestro país, no por el hecho de que los tipos de interés ahora se sitúen en el 1,25%, sino porque lo que acaba de hacer el BCE no es más que el primer paso de un proceso que debe colocarlos en niveles sensiblemente más altos que los que ahora conocemos.

El Gobierno español, como muchos analistas, pensaba que el BCE aguardaría, como pronto, hasta después del otoño, o incluso hasta 2012, para empezar a subir tipos, dando tiempo, de esta forma, a los países con dificultades económicas, como el nuestro, a empezar a consolidar su recuperación. Sin embargo, el banco se ha adelantado porque aprecia posibles tensiones inflacionistas derivadas del petróleo, los alimentos y la fortaleza del crecimiento económico de Alemania y Francia y, como siempre, ha cogido a nuestro país con los deberes sin hacer. Porque todo esto se produce cuando aún no se ha llevado a cabo verdaderamente el saneamiento del sistema financiero, ni del sector de la vivienda; cuando las cifras de paro son peores de lo previsto porque no hay reforma laboral; cuando posiblemente vamos a tener nuevos problemas de déficit porque la recaudación tributaria marcha muy por debajo de lo previsto y seguimos sin adoptar verdaderas medidas de recorte del gasto público; cuando la subida del petróleo y de los alimentos castiga nuestras posibilidades de crecimiento y cuando el gasto de los hogares se ve constreñido por ello y porque sus ingresos o están congelados o se están reduciendo. Pues bien, en medio de todo esto, el BCE ha decido empezar a subir los tipos hasta llevarlos a niveles no inferiores al 2%, aunque posiblemente tengan que subir hasta el 3%.

¿Qué implica esto para la economía española? En primer lugar, que las hipotecas van a volver a encarecerse, poniendo a muchas familias en serias dificultades e, incluso, llevando a más de una al impago de la misma, con el consiguiente crecimiento de la morosidad en los bancos y cajas de ahorros. En cualquier caso, esto va a suponer un duro golpe para el consumo en un país que depende en gran medida del mismo para que su economía crezca. Por supuesto, la financiación empresarial, si es que hay recursos para ella, también se va a encarecer, y lo mismo va a suceder con la del sector público porque aunque ahora estén cayendo los tipos de la deuda pública, como consecuencia de la reducción del diferencial con Alemania, éstos van a subir en toda la zona euro debido al encarecimiento del precio del dinero que va a llevar a cabo el BCE.

En este contexto, lo único que cabe esperar es menos consumo, menos inversión y, nuevamente, más problemas de financiación del déficit público, con el consiguiente impacto negativo sobre el empleo. Es decir, si teníamos pocas posibilidades de recuperación, lo que se nos viene encima es, en el mejor de los casos, un largo periodo de estancamiento del que sólo podremos salir cuando aceptemos que somos más pobres, cuando los políticos dejen de derrochar el dinero público y cuando se decidan de una vez por todas a poner en marcha las reformas estructurales que necesita nuestro país. Sin todo ello nos aguarda una muy larga travesía por el desierto.

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