La ministra de Economía ha rechazado las dos principales propuestas que le ha hecho el Banco de España para poner coto a nuestro descontrolado déficit público en unos momentos en los que la prima de riesgo de la deuda española roza el máximo de los 290 puntos. Salgado no quiere saber nada de una nueva subida del IVA, lo cual está muy bien; pero tampoco quiere establecer un techo de gasto a las comunidades autónomas, lo cual está rematadamente mal.
A principios del año pasado, con ocasión de la contraproducente subida del IVA aprobada por el Gobierno, ya dije que la forma que entendía adecuada para reducir el déficit no pasaba por subir ningún impuesto, sino por reducir drásticamente el gasto público. No volveré sobre ello, sobre todo tras el espléndido artículo que Emilio J. González le ha dedicado al asunto en estas mismas páginas. Lo que me ha llamado la atención es la escueta e irresponsable forma con la que Salgado ha despachado ahora la propuesta del Banco de España de establecer topes al gasto autonómico. Se ha limitado a decir que "son las comunidades autónomas las que deben decidir, dada su autonomía financiera". Y se ha que dado tan pancha.
El mismo Gobierno que no respeta la autonomía de los ciudadanos ni siquiera a la hora de decidir, una vez pagados los impuestos, en qué se gastan su renta disponible (tal y como ilustra la limitación de la velocidad a 110Km/h por razones de ahorro energético) sale en defensa de la autonomía de unos gobernantes regionales a la hora de gastar un dinero que, no sólo no es suyo, sino que tampoco procede de la recaudación de los impuestos que ellos han establecido y que encarece no sólo la deuda autonómica sino la de la nación en su conjunto.
Y en esas estamos. A la irresponsabilidad de unos, pero pagada por todos, se le llama "autonomía financiera"; mientras, a los ciudadanos se nos ordena hasta en lo que tenemos que ahorrar.