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Ferroviarios de lujo y jubilaciones a los 50: las razones del colapso heleno

Atenas ha estado despilfarrando el dinero público desde hace décadas. Ahora llega el momento de la corrección y los beneficiarios protestan.

El salario medio de los empleados de los ferrocarriles públicos griegos supera los 66.000 euros al año. Y esto incluye a limpiadores y otros trabajadores de baja cualificación. El metro de Atenas recauda unos 90 millones de euros en tickets cada doce meses, mientras que el coste total de esta empresa pública es superior a los 500 millones anuales. Unos 600 tipos de profesionales helenos pueden jubilarse entre los 50 y los 55 años. Peluqueras, camareros, músicos o masajistas están entre estos oficios considerados como de alto riesgo para la salud. Menos de 5.000 contribuyentes griegos, en una población de 12 millones, reconocen cobrar más de 100.000 euros al año (en España, con 45 millones de habitantes, hay cerca de 200.000 contribuyentes en este nivel).

Con todos estos datos, quizás sea mucho más fácil explicarse por qué el Parlamento griego ha tenido que votar este miércoles uno de los planes de ajuste más duros que se recuerdan. El problema, aunque se quiera vender lo contrario, no es la crisis, sino años y años de despilfarro del dinero público, por parte del actual Gobierno, del anterior, del precedente a éste y de muchos otros. El Estado griego está en bancarrota (se quiera vender como se quiera) y sólo su entrada en el euro, con las defensas que eso produjo, le permitió sobrevivir unos años más. Ahora, la recesión sólo ha hecho que se vea con claridad que el Rey estaba desnudo.

Los datos: déficit continuo y deuda del 150%

La deuda total del Estado griego era de 328.000 millones de euros a finales de 2010, un 143% del PIB. Teniendo en cuenta que para este año esperan un déficit cercano al 9%, aunque quizás pueda reducirse algo tras el plan de ajuste, es fácil imaginar que el montante total de lo debido superará los 350.000 millones de euros. En este artículo de Vanity Fair se calcula que sumando los 800.000 millones de deuda implícita por las pensiones, las obligaciones totales de Grecia alcanzan los 1,2 billones de euros. Y hay que tener en cuenta que los ingresos con impuestos no llegan a los 90.000 millones al año.

Esta situación no es sobrevenida. No ha sido la crisis la que ha provocado que Atenas esté en bancarrota. Desde el año 2000, Grecia no ha acabado ningún año con superávit. Es más, lo normal, incluso en buenos ejercicios como los de 2004 ó 2005, ha sido tener un déficit superior al 5%, casi el doble de lo permitido por el Pacto de Estabilidad de la UE. Eso sí, como mentían en las estadísticas, según se ha sabido después, nada de esto era conocido. En 2009, el déficit oficial se cifró en un principio en el 3,7%, para cambiar luego y subirlo hasta más del 15%.

Esta situación se tornó insostenible cuando estalló la crisis financiera internacional. Los déficit de los últimos tres años fueron del 9,8%, 15,4% y 10,5%. Y lo previsto para 2011 y 2012 era mantenerse alrededor del 10%, hasta que los mercados dijeron basta y dejaron de comprar deuda griega. Entonces fue necesaria la intervención de los socios europeos para maquillar una bancarrota que era de dominio público.

Eso sí, estos mismos países han exigido al Estado heleno recortes de gasto que permitan pensar que en algún momento recuperarán parte de lo prestado. Mientras, los manifestantes en Atenas y los indignados en Madrid, protestan contra el plan de ajuste y le echan la culpa a la "¡dictadura de los mercados!".

Pensiones: 60 años, 94% de tasa de sustitución,...

Pero los mercados no tienen nada que ver con el hecho de que Grecia sea el país de la OCDE con mayor tasa de sustitución en las pensiones, con mayor esperanza de vida tras la jubilación, con una de las edades de retiro más temprana o con la previsión de gasto en este capítulo más alta.

De esta manera, los franceses reciben de media como pensión un 51% de su último salario, los alemanes un 40%, los norteamericanos un 41% y los japoneses un 34%. Mientras, los jubilados griegos se embolsaban un 96% del total de lo que cobraban trabajando.

Entre 1970 y 2010 la tendencia en todos los países occidentales ha sido a ir incorporando poco a poco a los mayores al mercado laboral. Así, en todos los países, ha crecido el porcentaje de personas de entre 50 y 64 años que trabajaban. En algunos países como Nueva Zelanda, Japón, EEUU, Alemania o Dinamarca están cerca del 70%. ¿Y en Grecia? Pues éste es el único país de la OCDE en el que hay menos cincuentones trabajando que hace cuarenta años.

La edad real de jubilación en Grecia es de 61,3 años y la legal se sitúa entre los 60 y los 65. Pero no sólo una mayoría de los trabajadores puede acogerse a la primera opción, sino que muchos incluso pueden optar por retirarse a los 50 ó 55 años. Más de 600 profesiones están consideradas de alto riesgo y permiten una jubilación temprana (¡cobrando el 96% de su último sueldo!). Entre estos profesionales arriesgados están los peluqueros, cocineros, locutores de radio, masajistas o músicos.

Por eso, no es extraño que los griegos sean los europeos que tienen una esperanza de vida más alta tras su jubilación. Así, mientras la media de la OCDE es de 18,5 años tras el retiro (en España es de 17,9), los helenos pueden celebrar que dejan el trabajo y tienen por delante más de 24 años de plácida existencia. Lógicamente, estos beneficios tienen su coste. Según las estimaciones de la OCDE, entre 2007 y 2060, Grecia será el segundo país que más incrementará el porcentaje de sus impuestos dedicado a pagar pensiones: la factura subirá más del 12%. Sólo Luxemburgo (un país mucho más rico) le supera.

Funcionarios: sueldos de 70.000 euros y miles de maestros

También entre los empleados públicos griegos hay multitud de ejemplos de por qué se ha llegado a esta situación. En este artículo del Daily Mail inglés, se comenta el modelo de los ferrocarriles helenos. El sueldo medio en la Renfe griega es superior a los 70.000 euros al año, incluyendo a las profesiones de baja cualificación. En total, la factura salarial del sector público se ha más que doblado en la última década. Por eso, entre otras cosas, no es extraño que el coste de mantener el metro de Atenas sea de unos 500 millones de euros al año, mientras que los ingresos en taquilla apenas lleguen a los 90 millones.

En realidad, nadie sabe cuántos funcionarios tiene Grecia. Las cifras oficiales hablaban en 2007 del 3,3% de la población activa, pero el Gobierno ha reconocido que contando a las empresas públicas el porcentaje real está por encima del 10%. Y los dirigentes griegos admiten que la realidad es que cerca del 20% de la fuerza laboral del país está a sueldo, de una u otra forma, del Estado. De esta manera, Grecia tiene cuatro veces más profesores que Finlandia, el país que mejor nota sacó en el último Informe PISA, pero esa superpoblación de docentes sólo le ha servido para estar entre los países europeos con peor nivel en casi todas las pruebas educativas.

En la última década, se han creado más de 300 nuevas empresas públicas, algunas de las cuales tendrán que ser privatizadas dentro del plan de ajuste. Todo este descontrol tuvo un buen reflejo hace unas semanas, cuando se supo que las familias de 4.500 funcionarios griegos muertos habían estado cobrando sus pensiones de jubilación durante años.

Impuestos: buscando a los ricos en helicóptero

Evidentemente, las facturas comentadas en los párrafos anteriores hay que pagarlas, pero eso resulta difícil en un país en el que la evasión fiscal se ha convertido en un deporte. Libre Mercado no defiende subir los impuestos, pero es evidente que no es justo que sean los contribuyentes de otros países los que paguen el despilfarro creado por el Gobierno heleno.

Sólo 5.000 griegos declaran ganar más de 100.000 euros al año (una cifra casi cinco veces inferior en porcentaje a la española). De hecho, dos tercios de los médicos presentan al fisco unos ingresos inferiores a los 12.000 euros anuales. Así, no es extraño que la economía sumergida se considere que suma entre el 30 y el 40% del PIB griego.

En su plan de choque contra los defraudadores, el Gobierno ha comenzado a utilizar medios bastante peculiares. Así, en el barrio ateniense de Kifissia sólo 300 residentes admiten tener piscina, un símbolo de altos ingresos que la Hacienda griega quiere utilizar para perseguir a los evasores. Para comprobar la veracidad de esta cifra, se está sobrevolando el terreno con helicópteros y utilizando Google Earth. Al parecer, más de 20.000 viviendas disponen de piscina privada sólo en la zona analizada.

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