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Oportunidades de compra en el Ibex

Pueden emerger oportunidades de inversión interesantes en estos momentos. A río revuelto, ganancia de pescadores...

No merece mucho la pena insistir en lo convulsos y revueltos que están los mercados financieros en las últimas semanas. Es la comidilla en las plazas de los pueblos, chiringuitos o reuniones familiares, tan frecuentes en estas épocas estivales. Muchos están de vacaciones, pero con el rabillo del ojo pendientes de si nos despeñamos por un precipicio o si España tiene algún atisbo de salir del atolladero en que está inmersa. Y, mientras tanto, "una de calamares", por lo que pueda pasar.

Hay mercados, los financieros, que ya se encargan de recoger al vuelo todas estas dudas respecto de "lo que pueda pasar". Y es que se han concentrado una serie de hechos traumáticos para España (y no sólo para ella) que no auguran nada bueno. Pero como también tiene gran poso de verdad aquello de "a río revuelto, ganancia de pescadores", sí merece la pena detenerse a analizar si, con todo, pueden emerger oportunidades de inversión interesantes en estos momentos.

No son los especuladores: es el riesgo de impago

La crisis, que en España empezó siendo de deuda privada tras la burbuja inmobiliaria, hace tiempo que pasó a ser también pública. Los crecientes gastos sociales y de compra de votos a que se comprometieron los políticos durante el boom, y, ya con la crisis abriéndose paso, los "planes E" de estímulo a base de creciente gasto público o los estabilizadores automáticos, en todo su esplendor por el galopante desempleo (a saber, los crecientes subsidios de paro), han hecho su agosto a la hora de disparar los déficits públicos por la vía de los gastos. Y de los ingresos, qué decir. Una economía estancada no puede competir con la borrachera de ingresos tributarios de que gozaba España en pleno auge. La sequía es devastadora.

Así, las rebajas en la calificación de la deuda soberana española, vengan de agencias oficiales de rating o por medio de la tan cacareada prima de riesgo, ya desde hace año y medio han hecho apariciones recurrentes. Haciéndose eco del mayor riesgo de impago –o default, en inglés– de al menos un porcentaje del principal, ya sea en términos nominales (con quitas) o reales (con envilecimiento de la moneda: devaluaciones para extranjeros e inflación de precios para los nacionales), la prima de riesgo ha llegado a su máximo esplendor estas últimas fechas.

Centrándonos en España, si bien toda la semana pasada fue de tila doble, el súmmum de la prima de riesgo de los bonos a diez años se alcanzó cuando llegó a pasar de los 420 en las primeras horas del pasado viernes, antes de que el BCE anunciara compras masivas para sostenerla. En medio de estas turbias aguas, el pánico se extendió a la renta variable durante toda la semana.

En primer lugar, cuando el diferencial con el bono alemán alcanza techos que rondan los 400 puntos, las empresas financieras –bancos, aseguradoras, etc.–, que tienen gran volumen de deuda pública entre su activos, se quedan en una situación en que sólo pueden venderla con pérdidas. Dicho de otro modo, se asoman agujeros contables implícitos en su activo, lo que genera enorme incertidumbre sobre su viabilidad, especialmente, teniendo presente lo fuertemente endeudadas que a su vez suelen estar estas compañías. Los bancos franceses son en este sentido los últimos en el punto de mira. Esta incertidumbre se agudiza, si cabe más, ante las sospechas de posibles impagos de la deuda soberana.

Asimismo, el propio riesgo de impago hizo temer subidas en los tipos de interés que afectarían aún más a los resultados empresariales.

No sólo se ha visto afectada la renta variable estos últimos días. Incluso las commodities han caído de precio. El petróleo Brent (Londres) se desplomó desde los 117/118 dólares el barril a finales de julio hasta los 103 el 8 de agosto (en los días posteriores ha repuntado algo). La reducción de la calificación de la deuda americana, la anticipación por parte de los inversores de que habrá mayor estancamiento y, por tanto, una menor demanda de crudo y las liquidaciones de posiciones apalancadas han provocado este desplome. Sólo el oro, con una revalorización del 10% en la semana, y los instrumentos monetarios (letras comerciales o del tesoro, a pocos meses) han salido reforzados.

Qué oportunidades ofrece el Ibex

Pero, como decimos, la renta variable no ha parado de caer. Ayer miércoles el Ibex-35 cerraba por debajo de los 8.000.

Para poner este número en contexto, hemos de recordar tres momentos clave. El final del boom inmobiliario, en octubre 2007, cuando el Ibex llegó a los 15.900. Enero de 1998, cuando el índice se movía en los mismos niveles en que lo hace hoy. Y, tras el colapso subprime de febrero de 2009, cuando tocó suelo en 7.621. Vemos que la bolsa está reptando en niveles de liquidación.

En términos de rentabilidad interna, el PER de los 35 principales valores de la bolsa española se encuentra en una media de 8,74 (en un entorno de crisis y no demasiados buenos resultados empresariales), en tanto que la media histórica se encuentra alrededor del 13 en España. Dicho de otra manera, sólo atendiendo a este indicador, la infravaloración del índice sería de más del 30%.

Si nos fijamos en la rentabilidad por dividendo, varios valores bastante sólidos (Abertis, Bolsas y Mercados Españoles, Corporación Financiera Alba, FCC, Telefónica) pagan dividendos por encima del 10%.

Visto lo visto, si usted cree que España a medio plazo tiene algún futuro –que esa es otra discusión– y dispone de liquidez y paciencia, lo que compre ahora le podrá producir con toda probabilidad jugosas ganancias cuando llegue la recuperación.

La hipótesis de la recuperación a medio plazo no es la única que cabe contemplar. De hecho, que no sea el único escenario posible explica estos niveles históricamente bajos en tanto los mercados lo están teniendo en mente, junto al pánico y las necesidades de acumular tesorería.

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