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Juan Velarde

No hay buque aljibe de Melilla

Creo que estos diálogos ejemplares tendrían hoy que repetirse mucho, porque da la impresión, además, de que los buques aljibes de Melilla actuales son muchísimo menos valiosos para España que aquel que rechazó, borró y tornó a borrar, José Barea.

Creo que estos diálogos ejemplares tendrían hoy que repetirse mucho, porque da la impresión, además, de que los buques aljibes de Melilla actuales son muchísimo menos valiosos para España que aquel que rechazó, borró y tornó a borrar, José Barea.

Varias veces no ha tenido más remedio la economía española que cortar drásticamente su gasto público. Concretamente, fueron los momentos posteriores a 1898 o cuando el choque petrolífero obligó a un cambio radical en nuestra economía. El ministro de Hacienda que decidió cortar el gasto público, para poder enderezar las cosas tras el Desastre fue entonces Fernández Villaverde y, después en 1974-75, Cabello de Alba. El director general de Presupuestos de éste, que vive todavía afortunadamente para España, era José Barea.

Por aquel entonces, Barea me había citado en su despacho en el palacio de la calle Alcalá para hablar de unas conferencias. Abrí la puerta, vi que estaba con otra persona y retrocedí de inmediato. Pero le oí decir: "Pasa, pasa, que estamos concluyendo". Así que entré y me senté un poco alejado de él y de quien con él hablaba alrededor de un despliegue de cifras. Y oí esta conversación, mientras Barea borraba una anotación y decía: "Y no hay buque aljibe de Melilla". Su interlocutor, un oficial de Marina, replicó que éste era preciso para la defensa de la plaza, en caso de un posible conflicto con Marruecos. Barea se encogió de hombros y repitió: "Pero no hay buque aljibe de Melilla". Inmediatamente oí que se le replicaba: "¡Pero eso es poner en peligro la integridad de la patria!". Nuevo encogimiento de hombros de Barea, mientras tachaba con fuerza, de nuevo, aquella cifra, y repetía: "Lo siento, pero no hay buque aljibe de Melilla". El oficial se puso en pie, y con cierto aire irritado concluyó: "Cuando se pone en riesgo la Patria en un solo milímetro, yo no puedo continuar el debate". Nuevo encogimiento de hombros de Barea, nueva tachadura y de nuevo oí: "Pero no hay buque aljibe de Melilla". Se fue el oficial y a mí me dijo sin insistir en nada de lo que había oído, y con un talante absolutamente sereno: "Ahora vamos a lo de este ciclo de conferencias". No me atreví a preguntarle nada.

Sólo muchos años después, recordando aquello, me añadió un dato que habla muy bien de Carrero Blanco. A causa de un Consejo de Ministros veraniego, creo que en La Coruña, se encontraron de frente en un hotel donde residían él y Carrero. Éste le dijo, con cierta ironía: "Ya sé que se dedica usted también a orientar la política exterior española". Y no hubo rectificación, ni buque aljibe de Melilla. Creo que estos diálogos ejemplares tendrían hoy que repetirse mucho, porque da la impresión, además, de que los buques aljibes de Melilla actuales son muchísimo menos valiosos para España que aquel que rechazó, borró y tornó a borrar, José Barea, ese otro gran patriota ejemplar.

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