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Starbucks, el arte de abrir 17.000 locales cobrando a 3 euros el café

La cadena de cafeterías nacida en Seattle se reinventa a sí misma y supera la crisis con beneficios récord y la apertura de nuevos locales.

groves dijo el día 25 de Septiembre de 2011 a las 11:16:

El éxito de Starbuck ha sido el mismo de Apple, conquistar a un grupo de ciudadanos de alto poder adquisitivo, ofreciéndoles un producto vulgar a un precio muchísimo mayor del que sería lógico según el mercado, precio que da precisamente la posibilidad de ir mostrando a todo el mundo que el consumidor pertenece a un status de altos ingresos y que se pertenece a una clase "exclusiva". Sólo hay que ver el Starbuck de Ortega y Gasset en Madrid

Curiosamente, en los Starbuck se ven muchos portátiles de Apple, ninguno HP u otro tipo de PC (tal vez esté prohibido por considerarlo "vulgar").

En lo que a mi respecta, prefiero evitarlos, siempre he rechazado a esa gente pomposa y engreída que se ve como "superior" por una etiqueta.

ELEMENTA dijo el día 25 de Septiembre de 2011 a las 10:59:

Se me olvidaba ....
Es como en el baloncesto..., lo difícil no es encestar, sino medir 2,15m de altura.

ELEMENTA dijo el día 25 de Septiembre de 2011 a las 10:57:

Si tienes músculo financiero para arrendar o comprar los mejores esquinazos de las mas importantes ciudades del mundo, vendes cualquier kk, y no a 3E...., a treinta, si es preciso

Pablo1 dijo el día 25 de Septiembre de 2011 a las 10:46:

En mi opinión, una de las fortalezas de la franquicia Starbucks es la estandarización de productos: cuando estás en otra ciudad, o incluso en otro barrio de tu ciudad, si entras en un bar y pides un café no sabes a ciencia cierta qué te vas a encontrar: si un cafelito rico y aromático, o una bazofia de recuelo.
En cambio, con Starbucks lo tienes claro: sabes lo que es un Frapuccino, y seguirá siendo un Frapuccino en Madrid, en Barcelona, en Nueva York o en Sydney.
Y ese tipo de cosas tienen su puntito.

Tampoco hay que desdeñar la faceta "snob" de dicha elección: eso de ir por la calle con tu café del Starbucks en la mano, para mucha gente supone un toque de "eh, mira qué tío más moderno, con gusto, exquisito y sibarita que soy". Lo sé, a veces somos muy idiotas.