El pasado lunes, cuando los ministros de finanzas de la Eurozona se reunieron en Luexemburgo, todo el mundo esperaba que lograsen tomar una decisión definitiva sobre la crisis de Grecia. El Gobierno de Atenas había reconocido que no tendría más fondos a partir de octubre y que si no se le entregaba el siguiente tramo del rescate, unos 8.000 millones de euros, tendría que empezar a impagar sueldos, pensiones o servicios sociales.
Esto daba a la doble cita de esta semana (puesto que el martes se reunía el Ecofin), un carácter casi definitivo. O se encontraba una salida o Grecia tendría que quebrar de forma definitiva. Sin embargo, según se sucedían las horas, se confirmaba la noticia de que finalmente no habría una decisión. La UE y los gobiernos comunitarios retrasaban el acuerdo hasta noviembre.
Claro, en aquel momento muchos se preguntaron qué había podido pasar. Si era cierto que no había dinero más que hasta octubre, entonces cómo iba a sobrevivir el Tesoro heleno un mes más. El ministro de Finanzas griego, Evangelos Venizelos, aseguró entonces que no habría problemas y que su país puede mantenerse vivo ese período de tiempo.
Este miércoles, se ha descubierto el secreto de esta nueva multiplicación de los panes, los peces y los fondos públicos. Según publica el diario alemán Spiegel, el Gobierno griego ha decidido tirar de 1.500 millones de euros que tenía escondidos en un fondo de estabilización de sus bancos creado en 2008. Ahora sí es más fácil explicar cómo conseguirá llegar hasta noviembre.
El problema de todo esto es que una de las claves de la situación de Grecia es la falta de confianza que genera en los inversores. Nadie sabe con exactitud cómo de grave es su situación. Y ya ha habido varias noticias sobre falsificación de estadísticas o datos oficiales.