Menú
Carlos Rodríguez Braun

Cebrián y el prestigio

Sospecho que Cebrián ha incurrido en la arrogancia clásica de las sectas. Así, por ejemplo, no puede haber nada bueno ni razonable si no aparece en El País o coincide con lo que allí se publica.

Sospecho que Cebrián ha incurrido en la arrogancia clásica de las sectas. Así, por ejemplo, no puede haber nada bueno ni razonable si no aparece en El País o coincide con lo que allí se publica.

Dijo Juan Luis Cebrián: "La solución a los problemas debe ser keynesiana, de intervención, es lo que claman todos los economistas de prestigio".

Cabe subrayar ante todo el tono perentorio en el que Cebrián proclama que el intervencionismo "debe" ser la solución a los problemas. Aparte de la distorsión histórica de sugerir que lo que ha habido hasta ahora no ha sido intervención, la afirmación de Cebrián, más que keynesiana, es temeraria, porque da por supuesto algo que Cebrián no puede no saber que no es verdad: da por supuesto que la intervención resuelve problemas sin agravar ninguno de los existentes y sin crear ni un solo problema nuevo. Obviamente, esto es mucho suponer.

Más que suponer, afirmar que "todos los economistas de prestigio" son intervencionistas es disparatar. Supongamos por un momento que eso es verdad. Se plantea de inmediato la cuestión de qué haría Cebrián ante la lista que cualquier profesional de la economía, de cualquier adscripción ideológica, podría fácilmente redactar, con nombres de economistas, catedráticos y hasta Premios Nobel que critican el intervencionismo y recomiendan medidas de clara filiación liberal, como bajar impuestos, gasto público, deuda pública y subsidios varios, defender la propiedad privada de los ciudadanos y promover la contratación libre, removiendo los abundantes estorbos que la condicionan hoy en la gran mayoría de los países del mundo.

Enfrentado a esa lista, y dado que ha proclamado que "todos los economistas de prestigio" son antiliberales, Cebrián solo podría esgrimir dos argumentos que oscilan entre lo falso y lo delirante: afirmar que esas personas carecen de prestigio, o sostener que no son economistas.

Sospecho que Cebrián ha incurrido en la arrogancia clásica de las sectas. Así, por ejemplo, no puede haber nada bueno ni razonable si no aparece en El País o coincide con lo que allí se publica. Y lo que sí aparece y se publica es bueno y razonable porque allí aparece y se publica. Estos razonamientos circulares pueden ser motivo de satisfacción para quienes los comparten, pero su solvencia dejará algo que desear a cualquier observador de los que osan moverse y, por tanto, como es bien sabido, no salen en la foto.

En Libre Mercado

    0
    comentarios
    Acceda a los 2 comentarios guardados