Uno de los problemas que tenemos los españoles en estos momentos para salir de la crisis económica procede de la fuerza enorme de nuestro desarrollo económico a partir de 1959. El avance fue tan considerable como explica el cuadro estadístico 1. Eso condujo a España a una situación de opulencia. En el año 2008, cuando se incubaba nuestra crisis económica y daba sus primeros pasos la II Gran Depresión, que ahora nos agobia, el PIB por habitante de España, como consecuencia de este avance, que era respecto a esos países en el año 1959 lo que muestra el cuadro 2, columna A –típicas de un país subdesarrollado‑, había pasado a las cifras de una convergencia impresionante de la columna B.
Opulencia y masificación reunidas eran ofrecidas como algo definitivo por algunos grupos reducidos –para siempre deberá consignarse, por el contrario, la conducta ejemplar de los economistas agavillados en la COPE por Jiménez Losantos‑, y por ello con consecuencias colectivas muy generales. Pero, de golpe, todo ha cambiado.
El problema actual es, cuando se ve que se deja reinar a herederos de esa globalización masificada, constituida, por ejemplo, por los "indignados" del 15-M. Lo adecuado, sin embargo, es rescatar el espíritu con el que España adoptó serios sacrificios en 1959 –Plan de Estabilización‑ y 1977, Pacto de la Moncloa. Si no se logra, la depresión por muchos años se adueñará de España. Esto lo muestra que la pérdida de las ventajas transcurridas de 1959 a 2007 pasa a desvanecerse. El camino de la prosperidad, pues, puede esfumarse y quizá –contemplamos a Japón– por muchos, muchos años.