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Emilio J. González

El invierno del descontento

A Rajoy no debería temblarle la mano a la hora de hacer lo que tiene que hacer para acabar con nuestro particular ‘invierno del descontento’. Thatcher dijo que el socialismo se acaba en cuanto se agota el dinero. En España no hay ni socialismo ni dinero.

El ‘invierno del descontento’ es como se conoce a la desastrosa situación socioeconómica que llevó a Margaret Thatcher a la victoria en las elecciones de 1979. Rajoy también va a tener que enfrentarse a una situación de ‘invierno del descontento’ porque la herencia socioeconómica que recibe de los socialistas es muy similar al legado que recibió Thatcher de los laboristas. Por entonces, el Reino Unido estaba en claro declive económico, víctima de un déficit de inversión crónico, de la ineficiencia en la gestión de los distintos gobiernos, de unos sindicatos con ganas de confrontación que campaban tranquilamente por sus respetos, del exceso de regulaciones económicas, de un sector público de dimensiones insostenibles que ahogaba a la iniciativa privada, de no dar la menor importancia a la inflación y de empeñarse en estimular la economía a golpe de gasto público, endeudando al país hasta límites insoportables y dejando tras de sí toda una legión de parados. Y, para colmo y como cabría esperar en semejante situación, el país tuvo que pedir ayuda al FMI para poder salir adelante. Cambiemos Reino Unido por España, FMI por Banco Central Europeo, y la descripción encaja perfectamente con la grave crisis por la que atraviesa nuestro país.

Rajoy, por ello, va a tener que seguir la misma filosofía política que inspiró a Thatcher sus reformas y que devolvieron al Reino Unido a la vanguardia de la economía mundial. Básicamente, lo que va a tener que hacer el Partido Popular es desmontar todo el aparato estatista e intervencionista que se ha construido en España a lo largo de todo un siglo XX en el que el socialismo, en sus diversas modalidades, ha gobernado nuestro país. No hay otro camino, por duro que sea, si el flamante vencedor de las elecciones del 20-N quiere sacarnos de la crisis. Por supuesto, en cuanto Rajoy intente dar el menor paso en esa dirección, sus enemigos políticos van a tratar de saltarle al cuello, pero eso no debería preocuparle. El PSOE ha sufrido tal debacle histórica y está tan carente de relevos generacionales que, a pocos resultados que coseche el PP, los socialistas pueden pasarse lustros en la oposición hasta que modernicen su ideología y encuentren a su propio Tony Blair. En cuanto a los sindicatos, Méndez y Toxo, por muchas ganas que tengan de declararle la guerra al PP, no son, precisamente, Arthur Scargill, el líder del sindicato minero que buscó la confrontación con Thatcher y, después de ocho meses de huelga, perdió el pulso. Es más, sus sindicatos son gigantes con pies de barro porque no son nada sin las subvenciones públicas, sin los liberados y sin el poder político que otorga una negociación colectiva centralizada y, además, distan mucho de contar con el respaldo de la inmensa mayoría de los trabajadores y de la totalidad de los parados de este país. Por ello, a Rajoy no debería temblarle la mano a la hora de hacer lo que tiene que hacer para acabar con nuestro particular ‘invierno del descontento’. Thatcher dijo que el socialismo se acaba en cuanto se agota el dinero. Pues bien, en España ya no hay ni socialismo, ni dinero. Lo que tendrá que demostrar ahora Rajoy es que lo que sí que tenemos es el líder capaz de desmantelar todo cuanto nos ha llevado a esta situación y devolver a nuestro país al lugar que le corresponde.

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