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¿Es el crédito de los bancos ilimitado?

Si, según Hume, todo Gobierno se mantiene sobre el consentimiento tácito de sus súbditos, lo mismo cabe decir con respecto a la oferta de crédito de los bancos: ésta subsiste merced al consentimiento de sus acreedores.

macpher dijo el día 2 de Diciembre de 2011 a las 10:43:

¡Como nos gusta ser enrevesados en nuestras explicaciones para parecer eruditos o para esconder nuestra ignorancia sobre el tema!

¿Quieren una explicación entendible pero erudita, cuya teoría economica queda explicada desde los cimientos y desarrolla respuestas creibles del por qué de las recesiones recurrentes? Lean a Jesús Huerta de Soto en su libro: "Dinero, crédito bancario y ciclos económicos". Verán todo con una claridad diáfana, aunque no sean economistas.

Albert_B dijo el día 28 de Noviembre de 2011 a las 13:33:

Opino como #Retablo, creo que un libro del Sr Rallo aportaría un debate muy constructivo a la sociedad. Sobre todo porque en un libro así debería terminar con un capítulo donde expusiera sus ideas de un buen sistema.

Y es lo que los mercados están queriendo evitar, ese debate profundo que obligase a cambiar el sistema, mucho o poco daría igual, el poder que tienen lo perderían.

berdonio dijo el día 26 de Noviembre de 2011 a las 17:20:

Pues a mí no me convencen las explicaciones del señor Rallo sobre que el sistema bancario no crea en realidad “dinero de la nada”. Eso sin entrar en los coeficientes de caja parciales o en la monetización de deuda pública por parte de bancos centrales, donde la falsificación dineraria es más evidente: si se produce inflación generalizada, una de dos: o ha disminuido la producción o hay dinero de más.

Creo que utilizar una deuda como medio de pago al modo que lo hacen los bancos es un fraude por tres razones.

Primero, porque se trata de una financiación encubierta en la medida que no devenga interés.

Segundo, porque no es lo mismo monetizar oro que cualquier otro bien o servicio de una obvia inferior liquidez: no son medios de pago de equivalente solvencia y utilidad. Pero de manera fraudulenta se hacen pasar por tales. Por ejemplo, no sería lo mismo un compromiso de pago que garantizara a su portador diez onzas de oro que un caballo, aunque en un momento dado cotizaran por igual.

Tercero, una vez saldada la deuda y consumido el bien o servicio que la generó, el activo que la representa debería ser destruido y no continuar en circulación. Es decir, dichos activos deberían ser nominales y específicos de las circunstancias que los causaron.

Sustituir el dinero por un medio de pago que agilice las transacciones no es propiamente una deuda o promesa de pago: la convertibilidad es inmediata, al menos a los efectos que interesan. Sin embargo, una deuda genuina se caracteriza por una pactada demora en el cobro susceptible de generar un interés. Sospecho que esta confusión provoca el pernicioso malentendido que lleva a considerar aceptable el tráfico de deudas monetizadas.

Está claro que tales prácticas bancarias realizadas por un particular serían de inmediato tachadas de tramposas e ilícitas. No es de recibo que gozar de una privilegiada confianza pública (banco) se convierta en patente de desafueros financieros.

Es obvio que los bancos privados no crean “oro” de la nada, pero sí desarrollan una ilegítima expansión crediticia permitida y fomentada por el poder político, aparte de la consabida reserva fraccionaria, basada en este empleo abusivo de las promesas de pago, con la que –para mi sorpresa- el señor Rallo parece mostrarse no sólo tolerante sino entusiasta. Por supuesto, no me refiero a las promesas de pago contra bienes futuros o hipotéticos, explícitamente rechazadas por Rallo, pero es que incluso las respaldadas por bienes más tangibles o actuales deberían ser repudiadas como moneda, siendo como son mera deuda. Hay que pagar con contante y sonante, no con deudas subrepticias.

Retablo dijo el día 26 de Noviembre de 2011 a las 14:09:

Sr. Rallo, debería usted escribir un libro de "Economía para Dummies", porque tiene un maravilloso talento para explicar estas cosas de un modo que cualquiera las pueda entender. Independientemente de cuál pueda ser su "ideología" económica, se coincida o no con ella, nos ayuda mucho a todos a entender el ABC de la economía. Gracias.



Dice en el artículo que endeudarse "para el Estado es perfectamente racional y factible". Evidentemente es factible (hasta un límite), porque sabe que siempre va a obtener ingresos a partir de los impuestos (directos e indirectos), aunque el monto de éstos se vea influenciado por la situación económica del país. Supongo que en ese sentido es "racional" que se endeude, pero es evidente que para que el endeudamiento de un estado pueda calificarse de racional en todos los sentidos, se requiere además una justificación de los motivos por, o los objetivos para, los que se hace.

Precisamente porque el dinero obtenido por el estado con su emisión de deuda no se va a invertir en economía productiva, y no va a generar beneficio alguno de modo directo, y sin embargo el estado tendrá que devolver el principal de la deuda, y además sus intereses. De manera que, en principio, el endeudamiento del estado aparenta ser tan absurdo como el de la empresa que se endeuda para invertir en algo que no le reportará beneficios. Endeudarse supone, para un estado, disponer de dinero fresco, ahora, a cambio de disponer de menos dinero mañana, cuando haya que devolverlo con la penalización del interés.

Por tanto, creo que la deuda del estado sólo tiene sentido en situaciones muy excepcionales, para echar a andar grandes proyectos estratégicos, o simplemente pàra evitar la quiebra y mantener la huída hacia adelante cuando se llega a una situación como la de Grecia. Zapatero creía que tener déficit y deuda es bueno, sin echar cuentas de que ése es un camino cuesta abajo, y que tarde o temprano hay que remontarlo o caer del todo. Me parece a mí que considerar déficit y deuda estatal buenos por principio, es una locura.

Amagi24 dijo el día 26 de Noviembre de 2011 a las 02:07:

Agradezco al Sr. Rallo sus artículos, quizá demasiado teóricos pero interesantes y consecuentes con su visión económica, un estímulo para los que ni somos expertos ni confiamos mucho en la teoría económica. Así, consideraría (y no estoy seguro) que si el crédito crea la deuda y la deuda es el dinero y los bancos (indistinguibles comerciales-inversión) tienen (con los bancos centrales y su manipulación del tipo de interés) el monopolio de crear dinero fiduciario de la nada (y cobrarnos los intereses) a través del multiplicador monetario del sistema de banca de reserva fraccional y su respaldo ya no es el oro sino la confianza y el pánico bancario se limita con el “too big to fail” rescatando con dinero del contribuyente activos tóxicos por las malas prácticas bancarias, en teoría, sin disciplina en el mercado monetario, no habría limitaciones para el crédito (desde la oferta si beneficia a los acreedores o hasta el desplome de la demanda o el dinero ocioso). Según el Banco de España la deuda pública es de 0,7 billones de euros, la de las familias 0,9 y la de las empresas no financieras 1,3 billones (la deuda de los bancos tendría que ser parecida, quizá sobre 1,3 billones) en este triste escenario no creo que, por definición, el Estado (con dirigentes honestos) tenga que erogar más ineficientemente que el conjunto de todos los agentes económicos que sobre-emplearon los excedentes de capital cuando la burbuja-especulativa-expansión del crédito, en cualquier caso, la combinación de refugio del ahorro en terceros países, austeridad y desapalancamiento de las familias, bancos y empresas ¿podría atraparnos en una espiral deflacionista que aumente el valor real de la deuda y nos instale en una depresión sostenida? En cuanto al suplemento “¡El liberalismo no es pecado!” me sorprende la afirmación: “una parte de lo que el padre Sardá condena en el liberalismo sería hoy condenado por todos los liberales”; puede que muchos liberales consideren al liberalismo moral o político desligado del económico (como en China) pero la decisión de lo que es pecado o no le corresponde a la Iglesia y para Sardá (cuyo objetivo era contrarrestar la influencia de las ideas liberales entre algunos católicos) el liberalismo comporta “un sistema completo con sus artes, ciencias, letras, economía, moral” y es pecado “ya se le considere en el orden de las doctrinas, ya en el orden de los hechos”.

Saludos.