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EDITORIAL

La prueba de fuego de las autonomías

Si el próximo presidente prefiere no dar detalles de lo que hará cuando esté al mando, al menos debería procurar que en su partido se atuvieran a la misma regla, callándose ante el futuro rumbo que tomará la economía con el PP al frente.

En los meses previos a las elecciones y durante la campaña, buena parte del electorado del PP se dividió en dos grandes grupos: los que pensaban que Rajoy no decía lo que haría al llegar al Gobierno para no perder votos, pero que tenía claro que debía hacer grandes recortes, y quienes creían que Rajoy no decía nada porque no estaba por la labor de hacer gran cosa. Como el futuro presidente del Gobierno aún tardará unas semanas en serlo, la duda sigue estando ahí, tanto dentro de España como fuera.

Parece poco razonable exigirle ya a Rajoy responsabilidades de gobernante, como si fuera a ser él culpable de los males económicos que nos azoten de aquí a su toma de posesión. Pero si el próximo presidente prefiere no dar detalles de lo que hará cuando esté al mando, al menos debería procurar que en su partido se atuvieran a la misma regla, callándose ante el futuro rumbo que tomará la economía con el PP al frente y desautorizando con firmeza a quienes puedan irse de la lengua.

Una de las principales dudas que tienen los inversores sobre el futuro de España es si la Administración central tendrá suficiente capacidad política como para meter en cintura el derroche de las comunidades autónomas. De ahí que respetar los plazos de devolución de la deuda que éstas tienen con el Estado tenga tanta importancia. Si se recula en esto, cuando además casi todas las autonomías están gobernadas por el PP, todo el mundo dará por sentado que Rajoy carece de la capacidad y la voluntad de llevar a cabo el ajuste que necesita España.

Por eso han sido tan preocupantes las palabras del coordinador de política autonómica y local del PP, Juan Manuel Moreno, afirmando que el nuevo Gobierno ampliaría ese plazo "en torno a diez años". Si Javier Arenas hubiera desmentido a su subordinado, pase, pero limitarse a indicar que este asunto no se ha abordado aún y que ya se hará cuando conozcan en detalle las cuentas,  ha hecho saltar todas las alarmas.

La crisis económica que atraviesa España no tiene nada que ver con la que sufrimos hace diez años, y las medidas que tenemos que abordar para salir de ésta serán mucho más duras que las que tomara Aznar en su día. Si Rajoy ha tomado la decisión de no anunciar nada hasta tener el poder y, sobre todo, la información de cómo estamos realmente, que al menos no nos den estos sobresaltos. Porque todo este incidente parece pensado para demostrar que, efectivamente, no está por la labor de hacer demasiado cuando llegue al Gobierno. Sería un desastre para él, para su partido y, sobre todo, para España.

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