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Jorge Valín

Más allá de los recortes

Recortar a la sociedad, mientras los políticos tiran millones de euros a los bancos y grandes empresas para que no se hundan, es como hacer una transfusión a una persona que se está desangrando.

A igual que todos los países de Europa, el nuevo Gobierno ya ha insinuado que hará amplios recortes para liberar al Estado de sus cargas. Desafortunadamente, la cultura del recorte no va a servir de nada. Y para entenderlo vamos a tener que fijarnos en el funcionamiento de nuestro sistema:

· La dictadura de la producción ha de ser abolida. El sistema capitalista es muy parecido al desarrollo de la naturaleza. Derrocha una barbaridad de energía para crear algo. No es fácil dar al público lo que quiere al precio que desea. Acciones del Estado como los impuestos, licencias, leyes económicas y moralistas (como la del tabaco, alcohol, ecológicas...) solo hacen que limitar la creatividad humana y las opciones al consumidor. España es uno de los países más rígidos de occidente en la creación empresarial. Las leyes del Gobierno son incompatibles con la prosperidad y la riqueza individual.

· Solo recortes = pobreza. El Gobierno recorta privilegios, pero no da una salida a la población para vivir por sí misma. Esto es, no va a desregular ni a hacer liberalizaciones reales. Tal acción va a condenar a mucha gente a pasar hambre. Liberalizar no es privatizar una empresa. Es que el Gobierno no intervenga para nada en ese sector.

· La unión de empresa y Estado no es la solución. A lo que el Gobierno llama ‘liberalización’, es a lo que históricamente se llama economía del fascismo, esto es, unión de gran empresa y sector público. En Cataluña lo están aplicando. La Generalitat quiere dar más fuerza a las mutuas y empresas del sector sanitario privado, pero no relajar las barreras de entrada. Probablemente en el resto de España se haga lo mismo. Esto significa que la competencia real brillará por su ausencia y se levantará un monopolio sanitario parecido al de la banca. El Gobierno pone la fuerza, y las grandes empresas el dinero. El sector sanitario privado seguirá con altos precios, aparecerá la economía sumergida en este sector y mucha gente quedará desprotegida por culpa de las leyes del Gobierno al sector privado.

· Los bancos ineficientes han de caer. Los rescates son inadmisibles. El FROB ya ha demostrado que no sirve de nada. Este camino solo nos llevará a bancos más grades, y más dependientes de los favores estatales. Y todo ello pagado por el ciudadano.

· Una sociedad civilizada no puede tener tiranos. Cuando el Gobierno decide qué es bueno o malo para sus ciudadanos mediante la prohibición y leyes solo hace que tratar a sus súbditos como esclavos y niños. Las leyes y prohibiciones están más relacionadas con los intereses individuales y corporativistas del Gobierno, que con el bienestar del ciudadano. La democracia es la capacidad de decidir entre lo bueno y lo malo; lo peor y lo excelente. Esto significa equivocarse también. Una economía llena de leyes, es una democracia cercenada. El libre comercio es libertad de expresión y de estilos de vida. La política solo es la creación de privilegios a expensas del trabajador.

· El bienestar del Estado es opuesto al de la gente. Sanear al Gobierno significan más recortes arbitrarios, más impuestos, más tasas, más leyes inquisitivas para aumentar las multas, más estado policial, más control. Sanear la economía solo se consigue con la vía contraria: más libertad para la sociedad, menos impuestos, menos regulaciones, menos leyes de los grupos de presión, más competencia y menos monopolios. En definitiva, menos Gobierno. En economía, no necesitamos a los políticos. Ellos trabajan para las grandes empresas y grupos subvencionados.

No se puede curar la economía con recortes. Ni siquiera se puede salvar al Estado. Estamos ante una crisis del sistema. Simplemente el Estado del Bienestar no funciona. Recortar a la sociedad, mientras los políticos tiran millones de euros a los bancos y grandes empresas para que no se hundan, es como hacer una transfusión a una persona que se está desangrando. Solo hay una solución: más libertad y menos Estado.

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