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José T. Raga

Ahora va en serio

Por fin se acabó la chufla zapaterista de engaños, exabruptos, amenazas, contradicciones y camuflajes de una realidad que se trataba de desconocer, para encontrar a un nuevo gobierno dispuesto a mostrar la realidad tal cual es.

Por fin se acabó la chufla zapaterista de engaños, exabruptos, amenazas, contradicciones y camuflajes de una realidad que se trataba de desconocer, para tras ese vía crucis de ocho años encontrar a un nuevo gobierno dispuesto a mostrar la realidad tal cual es y, lo que es más importante, a poner fin a las alegrías del gobierno socialista prolongadas hasta después de muerto.

Sabíamos de la capacidad de despilfarro de la izquierda, pero sólo la historia es capaz de confirmar hasta dónde puede llegar la sinrazón y la desvergüenza de tales actitudes. Que un gobierno en funciones, en una situación de crisis grave, siga concediendo prebendas a sus favoritos, siga tomando decisiones sobre recursos de libre disposición, es algo que difícilmente se podía imaginar. La falta de decoro y la ausencia del sentido de responsabilidad, unidos a la convicción de que aquí nunca pasa nada, es lo único que puede explicar tal comportamiento. Otros países –Islandia, por ejemplo– persiguen judicialmente a los gobiernos que gestionaron mal la crisis económica.

Gestionar mal, se dirá, es una estimación valorativa sobre la que cabe gran desacuerdo; aunque, para eso están los jueces. Pero es indubitada, sin embargo, la valoración que merecen las tropelías y los embustes. Falsear la situación presente y la previsión de la misma en el corto plazo, para poder seguir gastando a troche y moche, es una tropelía que debería ser perseguible de oficio. Prever hace un mes que el déficit de las cuentas públicas sería del seis por ciento del PIB, cuando, con suerte, alcanzará el ocho por ciento, un incremento del 33,33%, es un engaño que debería tener un coste personal y patrimonial para quien así lo pronosticaba y seguía gastando como si nada pasara.

El nuevo gobierno, que no se ha andado por las ramas, no ha tratado de ser simpático con el respetable sino que, ante el toro, ha mostrado el valor exigible para una lidia arriesgada. Por fin se habla de medidas ciertas y concretas que encarnan la dureza esperada, ante una situación desesperada pero que, al mismo tiempo, diferencian situaciones y funciones. Para desgracia de los que marcharon, aquello de que los recortes iban a acabar con el estado de bienestar no ha pasado de ser una engañifa demagógica, como tantas a las que nos tenían acostumbrados: ahí está lo que no se toca. Por otro lado, la diferenciación de funciones supone rechazar el principio de chocolate para todos para podar lo estéril, aliviando la permanencia de lo sustantivo y eficiente.

En este escenario, quien no tenía espacio era el Gobernador del Banco de España, presto a corroborar las nuevas previsiones, cuando hace apenas unos días confirmaba las del gobierno socialista, que tan bien le ha alimentado durante estos años. Una posición mendicante que juega más en el dintel de un templo que en el lujoso despacho que ocupa en la banca central española.

Y es que la autoestima no parece ser una nota dominante en algunos personajes.

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