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Emilio J. González

Ante la próxima reforma laboral

A diferencia de lo que sucedió con ocasión de las reconversiones industriales de los años 80, ahora no contamos ni con fondos europeos ni con la llegada masiva de empresas multinacionales

Las crisis económicas nunca son iguales, ni en sus causas, ni en sus consecuencias, porque las circunstancias que explican su origen y desarrollo varían con el tiempo. De ahí que la forma de acometer la salida de las mismas no pueda ser siempre la misma. Esta reflexión es igualmente válida tanto si se contempla la crisis económica española desde el ámbito macroeconómico como si se hace desde el sectorial, el empresarial o el laboral. Si nos ceñimos a este último ámbito y comparamos el momento actual en nuestro país con otros anteriores de dificultades económicas vemos que hay diferencias importantes. Por ejemplo, ahora, para resolver los problemas de falta de puestos de trabajo, no podemos acudir a la emigración porque, a diferencia de lo que sucedía en las décadas de los sesenta y setenta, en Europa ya no hay una demanda masiva de mano de obra poco cualificada. Por el contrario, en la Unión Europea faltan empleos para muchos de sus ciudadanos y la demanda de trabajadores extranjeros que puedan realizar los Estados miembros se concentra en trabajadores cualificados, que son los que no abundan. La emigración, por tanto, no es una vía de escape para resolver los problemas laborales españoles excepto por el más negativo de sus efectos: la fuga de cerebros o pérdida de talentos.

De la misma forma, y a diferencia de lo que sucedió con ocasión de las reconversiones industriales que tuvo que llevar España a cabo a lo largo de la década de los ochenta, ahora no contamos ni con fondos europeos que, como entonces, permitieran amortiguar el impacto sobre el desempleo de las mismas ni con la llegada masiva de empresas multinacionales a nuestro territorio, como sucedió entonces ante la perspectiva de nuestra entrada en la UE. Es decir, en este caso no van a entrar en juego factores externos que nos ayuden a superar los problemas que tenemos que afrontar.

Tampoco ocurre ahora como en la década de los noventa, donde el saneamiento macroeconómico que tuvimos que llevar a cabo para entrar en el euro permitió una reducción drástica de los tipos de interés en España que impulsó fuertemente el crecimiento económico y la creación de empleo porque ahora los tipos de interés se encuentran en niveles históricamente bajos para aquellos que llegaban a alcanzar en tiempos de crisis y, además, tampoco podemos devaluar para trasladar a otros parte de la carga del ajuste que tenemos que realizar.

En este contexto, ¿qué podemos hacer para salir de la crisis y crear empleo? Pues, además de poner cuanto antes en orden el sistema financiero, sólo podemos confiar en las reformas estructurales, en especial todas aquellas relacionadas con el mercado de trabajo que afecten a los mecanismos de formación de salarios, por lo que a la recuperación de la competitividad se refiere, y a los costes del despido con el fin de facilitar nuevas contrataciones. Ahora que el Gobierno va a aprobar el próximo viernes una nueva reforma laboral, debe tener muy presente que si con ella no acaba con los problemas estructurales de nuestro mercado de trabajo, no conseguirá sacarnos de la crisis porque los factores que nos ayudaron en el pasado no se van a repetir en esta ocasión.

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