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José T. Raga

¡A la guerra!

La guerra a la que llaman en estos momentos los profetas de la izquierda, como no están dispuestos a ensuciarse sus vestimentas, será, al menos, una guerra económica. Una guerra de conflicto en el trabajo, promovida por los que no trabajan

Así se expresaba, vociferando, uno de los más vistosos líderes sindicales al término de una concentración. El resucitado Frente Popular (socialistas –PSOE–, comunistas –IU– y sus sindicatos –UGT y CCOO–) parece estar en ello. Tienen ganas de gresca, porque prevén que se les puede acabar, o al menos reducir, el momio del que vienen disfrutando desde varios lustros. Hasta ahora, los partidos políticos, a los que sí que les vota alguien, habían mostrado una cierta discreción, marcando diferencias con la torpeza sindical. 

En este momento, sin ideología, vacíos de poder y de liderazgo para conseguirlo, no tienen empacho en que se les identifique con las proclamas violentas y antidemocráticas, acompañadas de mensajes apocalípticos de, “si viene la derecha…” El que fue presidente de la Junta de Andalucía, profusa en corrupción, ha amenazado con que “la democracia peligra”, si el 25 M gana el Partido Popular. Y digo yo ¿Quién y cuando ha visto que exista democracia en una nación gobernada por una izquierda segura? ¿Fue el bloque soviético un modelo de democracia? ¿Quizá lo es la República Popular China, o Corea del Norte, o Cuba…? ¿Era democracia la del Frente Popular del treinta y seis? ¿Dónde estaba o dónde está la garantía de los derechos cívicos en todos estos casos? ¿Por qué el eufemismo terminológico de llamarlas repúblicas y no dictaduras, que es lo que son?
 
La guerra a la que llaman en estos momentos los profetas de la izquierda, como no están dispuestos a ensuciarse sus vestimentas, será, al menos, una guerra económica. Una guerra de conflicto en el trabajo, promovida por los que no trabajan. Es el recurso a la huelga violenta, porque no representan a nadie, pero saben que las actitudes heroicas ante el bolchevismo de los piquetes, no son comunes en la gente decente que pretende seguir alimentando a su familia con el producto de su trabajo.
 
La irresponsabilidad de los que la convocan y de quienes la respaldan, resulta evidenciada en el desprecio al perjuicio económico de cada trabajador, de cada empresa y de la Nación en su conjunto. A estas horas, aún no sabemos qué servicios públicos van a funcionar el próximo jueves y cuales no. ¿Piensan que las decisiones económicas y laborales se toman de forma imprevista, según apetezca? Se nota que ellos viven de la sopa boba, o al menos de la sopa que ponemos los bobos.
 
Es hora de que el Gobierno de la Nación, ponga a cada uno donde deba de estar. En un Estado de Derecho, que ellos tampoco saben lo que es, la Ley está para proteger el orden y los derechos, individuales y colectivos, de todos los ciudadanos. El poder legítimo, cuando protege los derechos no ejerce la violencia, sino que frena o impide la violencia de quien pretende ultrajarlos.
 
¿Cuál es el verdadero motivo de la huelga general? ¿Quizá, la pérdida de privilegios de la burocracia sindical? Los parados, mientras tanto, creciendo.
 

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