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José García Domínguez

Los mercados no existen

¿Y si los todopoderosos y temibles mercados, en realidad, no existieran? ¿Y si el tinglado de la moderna farsa fiduciaria se revelara apenas un 'macguffin'?

¿Y si el Reino de España no tuviera ningún problema con los compradores internacionales de deuda soberana? ¿Y si fuese mera fantasía alucinatoria la estampa de esos directivos de fondos de pensiones de Oklahoma y Singapur compungidos ante el posado machista-leninista del munícipe Gordillo, de Marinaleda? ¿Y si los todopoderosos y temibles mercados, en realidad, no existieran? ¿Y si el tinglado de la moderna farsa fiduciaria se revelara apenas un macguffin? Urge tranquilizar a los mercados, se nos alerta con gesto grave y mirada inquieta. Sin embargo, diríase que los mercados yacen más calmos que nunca.

Tal es su plácida serenidad, su somnolienta modorra, su abúlico tedium vitae, que hasta se han olvidado por completo de los bonos patrios. Así las cosas, a nadie que no sea un banco nacional se le pasa por la cabeza adquirir nuestros títulos en las subastas. Un dato: en las de enero y febrero, más del setenta y tres por ciento de las emisiones fueron a parar a entidades financieras domésticas. El terrorífico hombre del saco, el iracundo titán transnacional que exigía implacables ajustes fiscales so pena de desatar su cólera bíblica, resulta que era la caja de ahorros medio en bancarrota de la esquina. Hete aquí, sin trampa ni cartón, la genuina identidad de tan feroces gigantes sin alma, los mercados.

Un macguffin, sí. El Gobierno no tiene que tranquilizar a ningún mercado porque, a estas horas, ningún mercado organizado considera ya a España. Al único que ha de sosegar Rajoy no es un mercado, sino una manguera que responde por Draghi. Una manguera sin la que la insana relación incestuosa que aquí vienen manteniendo Estado y sector financiero habría reventado sin remedio. Y es que ni el uno hubiese sido capaz de colocar sus títulos a nadie, ni el otro hubiera hecho frente a los agónicos plazos de su deuda externa. Una broma, la deuda internacional de bancos y cajas, que a día de hoy asciende a 360.000 millones de euros. Pero igual que los Reyes eran los padres, al final, el mercado ha resultado ser Draghi. O sea, Francfort. O sea, Merkel. Ella, que no los mercados, es quien ahora exige que Sanidad y Educación le sean entregadas en solemne ofrenda ritual. Amén. 

En Libre Mercado

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