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Las claves del futuro de Bankia tras la marcha de Rato

La entidad podría recibir entre 7.000 y 10.000 millones de capital público. La posibilidad de una fusión no está cerrada.

Han sido muchos los rumores que han circulado acerca de Bankia en las últimas semanas; curiosamente, la dimisión este lunes de Rodrigo Rato no estaba entre ellos. Los ojos de todo el sector financiero han estado puestos en la entidad desde que comenzó el proceso de reordenación impulsado por la reforma de Luis de Guindos. Y sí, se había hablado de posibles cambios en la gestión si finalmente el Estado entraba en su capital. Pero la decisión del ex vicepresidente del Gobierno ha pillado por sorpresa a casi todos.

La explicación de Rato en su comunicado a la prensa es realmente escueta: "He decidido pasar el testigo a un nuevo gestor por estimar que es lo más conveniente para esta entidad"; aunque no hace falta ser un genio para asociar la decisión con el anuncio del Gobierno de las nuevas medidas que el Consejo de Ministros aprobará el viernes respecto a las entidades financieras. Ahora, será José Ignacio Goirigolzarri, si no hay sorpresas y es confirmado como presidente de la entidad, el que se tendrá que enfrentar a este nuevo escenario. Todas las opciones están abiertas y podrían resumirse en tres grandes alternativas: fusión, nacionalización o inyección de dinero público.

Luego, a la salida de un encuentro en el Colegio Universitario de Estudios Financieros (CUNEF), tampoco ha querido dar muchos más detalles a los periodistas. De hecho, Rato ha insistido en que José Ignacio Goirigolzarri es "en estos momentos" la persona adecuada para liderar el proyecto de la entidad durante los próximos años y por eso ha decidido proponerle para que tome las riendas del grupo. Es reconocido como alguien de "un gran prestigio profesional y personal".

Rato, que dejará su cargo después de conseguir algunos hitos como la salida a bolsa del grupo, ha destacado que Bankia es una entidad "con un nivel de solvencia muy alto y además con una muy robusta situación de liquidez". Además, ha incidido en que el grupo cuenta con otras bazas, como "una plantilla de profesionales espléndida, que sirve a diez millones de clientes y a 400.000 accionistas".

¿Y ahora qué?

La prioridad para Bankia está en lograr los 17.000 millones que necesita para pagar sus deudas con vencimiento 2012 (en teoría, lo conseguirá puesto que tiene suficiente nivel de activos líquidos) y los 3.055 millones de euros de capital extra que necesita antes del 31 de diciembre para cumplir con los requerimientos de la Reforma Financiera aprobada por el Gobierno en febrero.

Además, para este año, al menos tendrá que conseguir provisiones por valor de 2.257 millones de euros más y además conseguir ese colchón de capital exigido por el Real Decreto del Gobierno y que se estima que en su caso estará en unos 1.674 millones. En 2011, la entidad ya apartó para provisiones más de 3.692 millones (lo que repercutió en su beneficio, que fue de sólo 309 millones de euros).

En este punto, todo el mundo se pregunta qué va a pasar ahora. La entidad ya sabe que tendrá problemas para encontrar todo ese capital, más el que necesite por la caída de valor de sus activos inmobiliarios. Se habla de entre 5.000 y 10.000 millones.

Por eso, comienzan a barajarse soluciones. El Gobierno ya ha apuntado a que este viernes se aprobarán las directrices en el Consejo de Ministros. La sensación es que, de una u otra forma, irán en la línea de utilizar capital público para sanear las entidades, pero a cambio habrá intervención en la gestión. De hecho, la salida de Rato está directamente relacionada con este nuevo escenario (entre otras cosas porque no sería fácil explicar que el Gobierno del PP rescata con dinero de todos a la entidad presidida por uno de los suyos). Las opciones que se abran son fundamentalmente cinco:

  • Troceamiento: sus rivales se frotan las manos ante esta alternativa, aunque no parece demasiado factible. Ninguno de los grandes bancos españoles tiene capacidad para quedarse Bankia en conjunto, pero alguno no haría ascos a determinadas partes (éste se queda con las sucursales de Andalucía, aquél otro con las de Valencia, etc...). Sin embargo, la entidad no se plantea desaparecer y sigue manejando otras opciones que hagan viable su permanencia.
  • Fusión: también es complicada. Durante unas semanas, pareció que la opción de una mega-fusión entre CaixaBank y Bankia, liderada por los catalanes, cobraba fuerza. Sin embargo, el gas se ha ido escapando y ahora mismo no parece una posibilidad realista. Un socio de menor tamaño le permitiría ampliar los plazos para las provisiones exigidas en el Real Decreto de febrero. Pero tampoco en este sector abundan las novias para Bankia.
  • Nacionalización: si BFA no puede devolver al Frob el dinero que este le prestó en su momento, ese préstamo se convertiría automáticamente en acciones y el Estado pasaría a controlar Bankia. Tampoco parece que esta solución, que traería perjuicios a los miles de accionistas que han invertido en la entidad en este último año, esté sobre la mesa.
  • Banco malo: la idea sería sacar del balance todos los activos vinculados al ladrillo y pasárselos a una nueva entidad. De esta manera, el banco podría dedicarse a su negocio (concesión de préstamos y consecución de depósitos), sin la incertidumbre de esos activos que no se sabe a ciencia cierta cuánto valen. Pero la clave en este caso sigue siendo quién paga la factura: al sacar de balance los activos para endosárselos al banco malo hay que descontarlos por su valor real, que incluye una fuerte depreciación. ¿Quién asume ese coste? Bankia parece claro que no puede.
  • CoCos (bonos convertibles contingentes): parece la alternativa más probable. Ya está planteada en el RD de febrero. El Estado, a través del Frob, hace un préstamo al banco para que se recapitalice y éste lo va devolviendo al 8% de interés. Si en algún momento, no puede pagar el crédito, el Frob entra a formar parte de la entidad. El problema es que para contar con estos CoCos hay que entrar en un proceso de fusión con otra entidad, algo que en estos momentos se ve lejano en el caso de Bankia.

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