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Las tres grandes falacias de la huelga educativa

El sector educativo se manifiesta contra los recortes, pero los lemas de los convocantes no se ajustan a la realidad.

La educación pública en España está en pie de guerra tras los ajustes presupuestarios aplicados por el Gobierno y las CCAA. Los sindicatos del sector han celebrado este martes una huelga general en todos los niveles educativos, desde infantil, primaria y secundaria, hasta la universidad, para protestar contra estas medidas. Más de siete millones y medio de estudiantes, sus familias y un millón de trabajadores han sido convocados para participar en la huelga. Los lemas son los habituales: en contra de los recortes y la privatización de la enseñanza, y a favor de una enseñanza pública universal y de calidad.

Sin embargo, al igual que acontece en otras protestas de similar naturaleza, la huelga se sustenta sobre una serie de argumentos que son falaces a la vista de las pruebas que aportan los datos. Dichas falacias se resumen, básicamente, en tres:

1. No son "recortes" sino "ajustes"

Aunque los manifestantes protestan en contra de los recortes educativos, lo que ha aprobado el Gobierno es, en realidad, un plan integral para racionalizar el gasto público tanto en educación como en sanidad, en el que se incluyen medidas muy diversas, desde reducción de partidas -por el lado del gasto- hasta el aumento de tasas educativas y fórmulas de copago sanitario -por el lado de los ingresos-.

El Congreso de los Diputados aprobó la semana pasada un ajuste fiscal de 10.000 millones de euros en sanidad y educación públicas -unos 7.000 millones en Sanidad y otros 3.000 en Educación-, con el objetivo de reducir el déficit de las CCAA, ya que son éstas las que ostentan la competencia de ambas materias. De este modo, convalidó el Decreto Ley de reforma del Sistema Nacional de Salud y el Decreto Ley de medidas urgentes de racionalización del gasto público en el ámbito educativo, aprobados por el Gobierno el pasado abril.

Así, por ejemplo, el ajuste en educación incluye, entre otras medidas, el aumento de alumnos por clase en la enseñanza no universitaria, un incremento de las horas lectivas de los profesores y una subida de las tasas universitarias. Mientras, el ajuste en Sanidad incluye la retirada de la tarjeta sanitaria a los inmigrantes irregulares, el incremento del copago farmacéutico, que por primera vez tendrán que asumir también los pensionistas, o la creación de una plataforma centralizada de compras.

Es decir, no todo son recortes, ni mucho menos, sino medidas encaminadas a incentivar un uso más racional de los servicios -subiendo tasas y copagos-, al tiempo que se trata de incrementar los ingresos y reducir gastos que no se consideran esenciales. De hecho, todo indica que estas medidas resultarán insuficientes para mantener la sostenibilidad del sistema educativo y sanitario a medio y largo plazo, tal y como muestra la experiencia de otros países europeos.

2. El gasto se mantiene en niveles de burbuja

Por otro lado, el citado ahorro previsto de 10.000 millones de euros no afectará a la totalidad del ejercicio 2012 sino, aproximadamente, a la mitad, ya que ambos planes acaban de ser aprobados y, por tanto, su impacto presupuestario se estima en unos 5.000 millones de euros para este año.

Aún así, incluso partiendo del supuesto de que la totalidad del ajuste se produjera en 2012 y éste, única y exclusivamente, se efectuara por el lado del gasto -recortes-, los recursos públicos destinados a educación y sanidad se mantendrían en niveles de burbuja, es decir, el sector público español seguiría destinando a ambos servicios un gasto muy similar al de los años de boom inmobiliario y plena expansión económica.

En el ámbito educativo, si a los 3.000 millones que tienen que ahorrar las autonomías se suman los cerca de 800 millones menos que gastará el Gobierno central, el recorte total se situaría en unos 3.800 millones. Según los últimos datos oficiales disponibles (Ministerio de Educación y Eurostat), España gastó 53.092 millones de euros en 2009 y 51.511 millones en 2010. De mantenerse esta evolución, el gasto público en 2011 ascendería a 50.120 millones de euros (hipótesis), con lo que el recorte de 3.800 millones apenas supondría un 7,5% menos interanual.

¿Mucho o poco? El siguiente gráfico recoge la evolución del gasto educativo desde 1992 tanto en moneda corriente como en moneda constante (deflactando las cifras con el valor del IPC).

Fuente: Wonkapistas

¿Resultado? Partiendo de las hipótesis contempladas, el gasto público en educación en 2012 -en términos corrientes- retrocedería a niveles de 2007 (auge de la burbuja), mientras que en términos reales (descontado el IPC) se situaría en niveles de 2005.

En Sanidad sucedería algo similar. Según Eurostat, el gasto público en Sanidad fue de 71.439 millones en 2009 y 68.656 millones en 2010 (excluyendo la sanidad privada). De mantenerse esta misma evolución, el gasto se situaría en 65.981 millones en 2011. Así pues, un recorte hipotético de 7.000 millones este año supondría un 10,6% menos interanual. El gasto en sanidad pública retrocedería, igualmente, a 2007 en términos corrientes y a 2005 en términos constantes.

Fuente: Wonkapistas

3. Más gasto no implica mejor servicio

Por último, más gasto público no garantiza en ningún caso una mayor calidad de los servicios prestados. Así, tal y como avanzó Libre Mercado, el gasto por alumno en 2007 se situó en 6.773 euros, por encima de la media de la UE-27 (6.251 euros) y similar al de Alemania o Finlandia (6.752 y 6.682 euros, respectivamente), dos países mucho más ricos y con resultados sensiblemente superiores a España en el informe PISA, que mide el nivel educativo de los alumnos.

Asimismo, el sistema sanitario público español está clasificado en el puesto 22 de entre los 32 países europeos incluidos en el Health Consumer Index 2009, el principal indicador independiente acerca de la sanidad de entre los que se publican en Europa. Por detrás, sólo aparecen países del este y el sur de Europa (Malta, Grecia, Macedonia...). Por delante, España ve en la lejanía a los líderes (Holanda y Dinamarca), e incluso se tiene que conformar con una calificación peor que estados más pobres, como Portugal, Chipre o Hungría.

En resumen, pese a los lemas esgrimidos en la huelga educativa de este martes, los recortes en Educación no son tales; aún aplicándolos por completo en 2012, el nivel de gasto se mantendría en niveles propios de la época de burbuja económica; y, por último, el refuerzo de la educación y la sanidad públicas no garantiza ni un mejor servicio ni mejores resultados.

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